El
pasado martes estuve en el cine. Hacía mucho que no iba. Demasiado para alguien
que, como es mi caso, siempre se las dio de cinéfilo. Tanto que ni siquiera
recordaba lo caras que lamentablemente se han puesto las entradas de un tiempo
a esta parte. Aunque no es ése el tema al que voy a referirme, sino a la peli
que elegí ver, por si mi parecer sobre
la misma pudiera ser de utilidad para quien no tenga otra cosa mejor que hacer
y se moleste en leer este artículo.
Se
trata de la última de Supermán. No quería perdérmela. Soy fan del personaje.
Desde que vi aquella magnífica producción de 1978, con banda sonora de John
Williams, dirigida por Richard Donner. Todo un clásico de la cinematografía. Y
las tres que a ésta siguieron en la década de los 80. Puede sonar un tanto
infantil, si quieren, pero me fascina la historia de este superhéroe. Más que
la de ningún otro. Consideraciones ideológicas aparte. No en vano es de los
primeros de su clase y quizá el más genuino. Todo un icono cultural que habría
de trascender las fronteras de los Estados Unidos después de su nacimiento en
los años 30 del pasado siglo.
Pues
bien, la decepción que me llevé viendo “Man
of steel” (El hombre de acero), el nuevo y último remake, si como tal puede calificarse, fue enorme. Tanto que no la
recomiendo. La película es un horror. Espantosa. No entiendo cómo una
producción así puede llegar a batir récords de recaudación y taquilla. Bueno,
sí que lo entiendo. Las campañas de promoción hacen milagros y causan efecto en
un público, puede que más formado que el de antaño, pero desde luego sí que
mucho menos cultivado. La preocupación por la obtención de beneficios en la difusión
del séptimo arte estuvo presente prácticamente desde sus inicios, pero es que
hay veces en que dicha preocupación raya en la obscenidad. Y esta renovada,
aunque desafortunada, versión sobre la historia del superhombre procedente de
Krypton puede tomarse como otra clara muestra.
Más
que un film parece el anuncio en largometraje de un nuevo videojuego para la play station. Yo diría que es tan horrendo
como los de la segunda saga de la Guerra de las Galaxias, si no más. Russel
Crowe y Kevin Costner cumplen con su cometido como estrellas, pero no lo
salvan.
Zack
Snyder, como director, y David S. Goyer, como guionista, simplemente la cagan.
Aunque, eso sí, no creo que este pequeño detalle les importe mucho, teniendo en
cuenta la pasta gansa que se estarán embolsando gracias a su trabajo para esta
cinta. Y la cagan, en mi opinión, no sólo por todo lo dicho, sino porque encima
maltratan tanto lo que es la esencia como el encanto de la historia y su
protagonista, jugándosela a ser originales, cuando la búsqueda de la
originalidad es un riesgo que en el terreno de la creación artística no está al
alcance de cualquiera. Por no estar, “Man
of steel” no está ni a la altura de “Superman
Returns” (2008), que también resultó un completo fiasco, lo que ya es mucho
decir.
Uno
se cansa de la espectacularidad de unos efectos especiales de carácter virtual
que carecen de mérito –para colmo dura más de dos horas– y echa en falta, por
ejemplo, la presencia de Clark Kent, el periodista torpe y despistado que se
desvive por su compañera Lois Lane, así como la relación tipo comedia de ambos.
Estoy
convencido de que Supermán se identificará todavía durante muchos años en el
imaginario colectivo con el malogrado Christopher Reeve, que, por cierto, bordó
el papel como nadie. Diríase que nació para representarlo. Igual que Tarzán se
identifica con Johnny Weissmüller y Drácula con Bela Lugosi o Christopher Lee.
¿Qué
quieren que les diga? Además de romántico y mitómano, soy un carca que siente
nostalgia de los viejos comics y tebeos y del cine que antes se producía.
28 de junio de 2013
No hay comentarios:
Publicar un comentario