lunes, 24 de febrero de 2014

El que avisa no es de fiar...

Jorge Romero se nos volvió a salir del tiesto. Al tipo hay que reconocerle que en esto de la política sabe ofrecer juego y espectáculo. Detalle éste que, en  mi opinión, no dice nada en su favor, sino todo lo contrario.
El pasado sábado el alcalde del PA convocaba una rueda de prensa para despacharse a gusto y anunciar la ruptura del pacto de gobierno que su partido mantenía con el PP en Mancomunidad. Noticia que no creo haya sorprendido a los populares, y mucho menos a los de Los Barrios, que saben de sobras cómo las gasta su socio andalucista, pero que, no obstante, ha debido dejar a más de uno con las patas colgando. Entre ellos al presidente del PP barreño, David Gil, a quien parece ser que se la ha colado, y bien colada, y al secretario general de esta misma formación, José Carlos Lara, de un tiempo a esta parte desaparecido en combate.
Ambos, tanto Gil como Lara, han sido, muy a su pesar, junto a su jefe de filas, Antonio Sanz, principales valedores del señor Romero y, mira por donde, han visto compensada su lealtad a éste, y su esfuerzo por sacarle las castañas del fuego en la gestión del día a día en el Ayuntamiento, enterándose de la deserción del grupo andalucista en Mancomunidad por la prensa.
Expone el alcalde de Los Barrios diez razones por las que rompe el acuerdo y, como buen populista que es, pone por delante de todas ellas el interés general de los ciudadanos. Como si fueran él y sus amigotes los únicos en el mundo mundial que se preocupan del bienestar de la gente, cosa que, como se comprenderá, no me puedo creer –hace ya mucho que me caí del nido– y, por tanto, no me creo.
No sé por qué, pero estoy plenamente convencido de que los verdaderos motivos por los que ahora el PA decide dar esta espantada son de otra índole y mucho menos altruistas.
Yo no cuento con suficientes elementos de juicio para afirmar si el precio del agua es excesivamente elevado o no. Probablemente lo sea. Lo que sí sé es que la cuantía de lo que se paga a Arcgisa por el suministro no supera la media de lo que se paga en el resto de España y está por debajo de lo que se paga en las poblaciones del Campo de Gibraltar donde esta sociedad pública no opera. Así que mucho me temo que, tras esa polémica alimentada por el señor Romero en torno al coste del vital elemento, lo que en realidad se esconde es el propósito suyo, hasta el momento frustrado, de privatizar el servicio, que es lo que defendió siempre mientras estuvo en la oposición, si  mal no recuerdo.
Tampoco sé si lo que cobran de sueldo el director general de la referida empresa y demás cargos directivos es mucho o poco. En cualquier caso, lo relevante no es si se trata de mucho o poco, sino de si lo que cobran es merecido o no. Ahora bien, de lo que sí estoy seguro es de que, ganen lo que ganen, el dinero destinado a remunerarles está mucho mejor empleado que el destinado a remunerar, por ejemplo, el trabajo de la señora Andrades como vicepresidenta de la institución comarcal, si es que, aparte de ir a Fitur, realizó alguno desde 2011 hasta la fecha.
Lo único cierto es que con el anuncio del pasado fin de semana el ilustrísimo alcalde de Los Barrios nos ha brindado una nueva demostración de cómo se maneja con la demagogia. Se aproximan comicios, de modo que necesita echar mano del discurso electoralista y escenificar que reniega de un PP en horas bajas.
Sin embargo, yo pienso que la ruptura del pacto no puede considerarse una felonía por su parte. Sobre todo, si se tiene en cuenta que era de esperar y que ya hizo más de un amago de romperlo desde que lo suscribiera hace algo más de dos años.
El que avisa no es traidor, aunque, eso sí, tampoco es de fiar.

La Verdad del Campo de Gibraltar, 24 de febrero de 2014

lunes, 17 de febrero de 2014

¿Quién traiciona a quién?

Mira tú quienes vinieron esta semana a criticar el uso de la tarjeta de crédito por parte de Gemma Araujo. ¡Los señores del PP! Justo los que más tienen por donde callar en lo que a un tema de este tipo se refiere. A tenor de lo que hicieron y dejaron hacer durante los años que Juan Carlos Juárez y Alejandro Sánchez estuvieron al frente del Ayuntamiento. Y es que, como a día de hoy todo el mundo sabe ya, sobre austeridad, comedimiento y eficiencia en la gestión municipal, los populares pocas lecciones pueden dar a nadie. Más bien todo lo contrario. Salvo honrosas excepciones, entre las que, por supuesto, La Línea no se incluye.
Yo creo que más de uno dentro de las filas del PP linense le ha echado mucho morro a la cosa en este asunto. No sólo por reprochar a la señora Araujo un gasto con la visa de alcaldía que nunca realizó, sino por el supuesto destino de dicho gasto. El pago de la comida que la primera edil compartió con el ministro principal del Peñón, acompañada de otros próceres del PSOE, para tratar de solucionar el problema de las tensiones con Gibraltar, por entonces en pleno auge, en lugar de arrojar más leña al fuego, como otros.
¿Se puede considerar reprobable que la primera edil de La Línea, ejerciendo de anfitriona en un encuentro destinado a buscar el acercamiento entre dos pueblos que son vecinos, hubiera invitado a almorzar a Picardo? Yo entiendo honestamente que no, aunque en opinión del PP sí.
No voy a recurrir a esa frase ya manida de que en política no vale todo, porque parece que nadie o casi nadie hace de ella caso, y los políticos precisamente aún menos. Ni apelar a la exigencia de que en todo lo relacionado con lo público hay que ser serios, responsables, coherentes y medianamente rigurosos, dado que suena a utopía. Pero sí voy a recordar que, como mínimo, es importante, sino por cuestión de ética, sí de estética, procurar no quedar con el culo al aire.
Yo pienso que lo que el principal partido de la oposición en La Línea debía de haber hecho en esta materia es arrimar el hombro y apoyar las gestiones del gobierno local encaminadas a mejorar las relaciones con las autoridades llanitas en bien de los ciudadanos de uno y otro lado de la Verja.
Claro que pedir al PP linense que arrime el hombro es como pedirle peras al olmo. Lo único que no hace falta pedirles a los populares de esta ciudad es sentido de estado. Lo tienen, es verdad, aunque, eso sí, bastante adulterado, diría yo. Porque la mayor parte de las veces que intentan hacer gala de él confunden la idea de España con la particular concepción que de ésta tienen desde su partido, y viceversa, como si ambas realidades fueran lo mismo. Y, por suerte, no lo son.
Tanto es así que, en el colmo de la desfachatez, cuando el almuerzo de marras se produjo llegaron incluso a acusar de traición al Ejecutivo de Rajoy a la alcaldesa  y a los dirigentes socialistas que la acompañaron.
Yo no sé si lo que les parece realmente grave al señor Ferrá y compañía es el hecho de que Araujo hubiera podido abonar la comida –algo que no ocurrió– o el motivo por el que se celebró la misma. Aunque, bien sea por una u otra razón, bien sea por ambas, lo que resulta evidente para quien esto escribe es que, en lo que a Gibraltar respecta, y en lo que no también, al PP de La Línea, una vez más, se le ve el plumero.
La pregunta, en realidad, es obligada: ¿quién traiciona a quién?

La Verdad del Campo de Gibraltar, 17 de febrero de 2014

lunes, 10 de febrero de 2014

Cuando el río suena...

Si uno se interesa por el llamado caso Algesa, al hilo de todo lo último que en torno al mismo ha acontecido, la pregunta se convierte en ineludible. ¿Qué no contendría la grabación que en su día la ex gerente en funciones de la citada empresa municipal puso a disposición de la fiscalía? Que no contendría, digo, para que el asunto haya derivado hacia donde lo ha hecho, sorprendiendo  a propios y extraños.
No voy a ser yo quien saque de esta historia conclusión alguna. Y mucho menos de manera precipitada. Entre otras razones porque a estas alturas de este más que interesante thriller todavía no es posible. Digamos que nos hallamos en el nudo de la trama y que hay que aguardar, eso sí con mucha atención, hacia donde va apuntando el desenlace. No obstante, alguna que otra consideración sí que se puede hacer con los datos de que se dispone en la mano. Aun a riesgo de que dichas consideraciones resulten poco atinadas o, si lo quieren, erróneas.
Me da la espina de que éste de Algesa es otro de esos episodios relacionados con la gestión de la cosa pública en el que bien se puede emplear aquello del “piensa mal y acertarás”. Sea como fuere, la verdad es que resulta difícil de entender que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Algeciras haya de repente aceptado readmitir a dos ex directivos de dicha empresa que previamente fueron por dos veces despedidos –en mayo de 2012 y en enero de 2013– como consecuencia de su presunta implicación en el robo de mercancía decomisada. Y más difícil de entender que supuestamente lo haya hecho en cumplimiento de unas sentencias del Juzgado de lo Social –recurribles y recurridas, si no me equivoco– que no declararon dichos despidos como nulos, sino como improcedentes, y que, por tanto, no obligaban a que fueran readmitidos, sí o sí.
Flaco favor hace el equipo de gobierno del señor Landaluce a la causa de la lucha contra la corrupción en la administración pública al permitir la vuelta a la dirección de Algesa a dos individuos que fueron cesados de sus cargos y puestos de patitas en la calle por ser considerados unos presuntos delincuentes. Si es que realmente fueron despedidos por esa más que justificada razón. Detalle éste que, cuando menos, también cabe plantearse, visto lo visto. A pesar de que fueron pillados in fraganti y detenidos por el Servicio de Vigilancia Aduanera mientras delinquían, según se publicó en su momento, allá por abril de 2012.
Claro que lo que más sombras de duda proyecta sobre este apasionante affaire son varios hechos concatenados que invitan a la sospecha y a toda clase de elucubraciones sin necesidad de tener una imaginación como la de Tolkien. Tanto es así que hay quien ve en la retirada de la denuncia por parte de la ex gerente en funciones de Algesa, que llevó a cabo la comprometedora grabación, en la conocida supuesta imputación del concejal Luis Ángel Fernández y en la solicitud de archivo de la causa por parte del ministerio fiscal un pacto solapado para tapar a alguno o a algunos del Partido Popular algecireño determinadas vergüenzas.
Decía días atrás en rueda de prensa el secretario de Política Institucional del PSOE de Algeciras, Fernando Silva, que algo huele a podrido en todo esto. Es decir, que lo que hay o ha podido haber detrás de este embrollo es un chanchullo de cojones. Yo ni lo creo ni lo dejo de creer. Aunque es más que probable. Ya saben, cuando el río suena…

La Verdad del Campo de Gibraltar, 10 de febrero de 2014

lunes, 3 de febrero de 2014

¿Ajuste de cuentas?

Me parece lamentable la situación hacia la que ha derivado el caso de la edil del Ayuntamiento de La Línea Asunción Barranco. Un trato injusto como el que creo se le ha dado y se le está dando a esta mujer no es infrecuente que se vea en el seno de las organizaciones políticas y el PSOE no iba a ser menos. Ahora bien, lo que sí que no me esperaba es la reacción ante el asunto de Gemma Araujo, cuya trayectoria sigo desde hace tiempo y tengo en alta estima.
Aunque no conozco los entresijos de la agrupación socialista linense, he de decir que a mí todo este asunto me huele a ajuste de cuentas, o a algo así por el estilo. Y he de decir igualmente que tengo la impresión de que aquí alguien se está aprovechando de la “desgracia ajena” –dicho sea entre comillas– y de la coyuntura favorable, con maquiavélico sentido de la anticipación, para quitarse a una posible rival de en medio. Después de todo, así es como suele funcionar la cosa en la mayoría de los partidos.
De Espada, sin embargo, que es otro de los que reparten el bacalao en esta vecina ciudad campogibraltareña, no puedo decir lo mismo. Y no puedo decirlo, no porque sienta hacia su persona algún tipo de animadversión, ni nada que se le parezca. Apenas le conozco. Sino porque ya ha sido causa de decepción para mí desde que asumió responsabilidades municipales de gobierno y admito que le tenía en mente como posible blanco de mis críticas. Especialmente, por la poca sensibilidad demostrada en lo que se refiere a la disolución de Somdeco y al despido de los trabajadores de dicha empresa.
Puede que no sean muy afortunados los términos en los que me voy a pronunciar a continuación, pero lo cierto es que no puedo evitar preguntarme qué tal le habría sentado a don Francisco que durante el período que estuvo trabajando para el Ayuntamiento de Los Barrios –haciendo, por cierto, no se sabe exactamente qué– al delegado de Personal de turno, o tal vez al de Polígonos, se le hubiera ocurrido darle boleto y mandarlo a la gran puñeta.
No entiendo que a Asunción Barranco el PSOE, formación a la que representa y pertenece, le exija la entrega de su acta de concejal. Y menos aún que se lo exija por el motivo por el que se supone que se lo está exigiendo. Ni lo entiendo ni pienso en absoluto que esté justificado. Porque, en mi opinión, lo que la agrupación socialista de La Línea y la dirección provincial tendrían que haber hecho es salir en su defensa, dar la cara por ella –les caiga más simpática o menos simpática– y no dejarla a los pies de los caballos como la han dejado.
La verdad no creo que Asunción deba hacerse el harakiri por solicitar en su día, como empleada del Centro de Formación, Empleo y Asuntos Sociales dependiente de  Mancomunidad, donde no ocupaba ni ejercía cargo políticolas subvenciones previstas en eldea, pura farsa. alguno, una de las subvenciones previstas en el convenio colectivo para los trabajadores de esta institución y a la que como tal tenía también derecho. Una ayuda de la que finalmente ni siquiera se benefició y que estaba destinada a sufragar una cirugía que tuvo que practicarse por prescripción médica. Aunque dicha cirugía consistiese en una liposucción. Ni por el hecho de que fuera ella como responsable del departamento de Recursos Humanos la encargada de decidir sobre su propia solicitud, lo cual no pasa de ser una mera anécdota.
Con lo que se viene viendo de unos años para acá en materia de corruptelas en las administraciones públicas, esto no puede considerarse más que una minucia y todo lo que le rodea, está muy claro, pura farsa.

La Verdad del Campo de Gibraltar, 3 de febrero de 2014

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