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jueves, 15 de agosto de 2013
miércoles, 14 de agosto de 2013
M. Rajoy versus E. Aguirre
Si
yo fuera Rajoy, no me fiaría de quienes a diario tengo al lado. Y menos aún de
aquéllos que más me doren la píldora. No me fiaría de ningún ministro del
gabinete. O de casi ninguno. Por no fiarme, no me fiaría ni de mi mismo. En
política más que en ningún otro ámbito de la actividad humana, probablemente,
se prodiga mucho lo de la puñalada trapera. El peor enemigo de nuestro actual presidente
del gobierno no es el PSOE. Ni IU ni ningún otro grupo de la oposición. Tampoco
Cayo Lara, Artur Mas o Rubalcaba, por citar a algunos de los rivales que más
podrían provocarle dolores de cabeza. Ni siquiera Bárcenas. ¿Quién lo diría? Su peor enemigo es la señora Doña
Esperanza Aguirre, que clama al cielo todos los días, por la mañana, por la
tarde y por las noches también, para quitarse de en medio a don Mariano y
postularse a fin de sustituirlo al frente de los populares, en tanto Aznar le
ayuda en lo que puede.
Sus
ambiciones no se vieron colmadas siendo presidenta de la Comunidad de Madrid y
parece que la ocasión se la pintan calva. Después de todo, las desavenencias
entre ambos vienen de lejos. Desde antes de aquel decimosexto congreso nacional
celebrado en Valencia. ¿Quién sabe? Lo mismo lo del accidente en el helicóptero
que ambos sufrieron fue todo un montaje para darle al hombre un susto de
muerte. ¡Y digo que si se lo dieron! Normalmente, el peligro dentro de la casa
de uno suele ser más de temer que el peligro que pueda acechar fuera. Frente al
de la calle toma uno sus precauciones, pero bajo tu techo lo habitual es que te
pille desprevenido. Eso sí, a menos que se sea algo así como un Salman Rushdie
o un capo de la Cosa Nostra arrepentido y hayan puesto precio a tu cabeza hasta
los tuyos.
No
son pocos los que, desde que se destapó el tema de los papeles del extesorero
del PP, miraron con recelo hacia la que hasta hace no mucho fuera presidenta de
Madrid. Hay quien piensa – en mi opinión, con motivos sobrados– que la señora
Aguirre es la que está detrás de este feo asuntillo. Y hay quien interpreta, además,
el abandono de su cargo al frente de la presidencia de la comunidad madrileña
dentro de ese contexto. Bien como paso previo, a iniciativa propia, dentro de
su hoja de ruta hacia el anhelado liderazgo del partido en el gobierno. O bien
porque el propio Rajoy le presionó para que se largara y ella le hizo caso,
reservándose –eso sí– su derecho a, tarde o temprano, pedirle cuentas.
Sea
o no exactamente así la cosa. Lo que nadie puede poner en duda es lo
sospechosamente animada que se le ve últimamente a la señora y cómo saca pecho
exigiendo explicaciones y responsabilidades cual si fuera la única y auténtica
adalid que combate la corrupción entre los suyos. Algo que seguro que no se
cree ni ella, por cierto. Aunque se presente ante los medios como si poco menos
que de la Inmaculada Concepción se tratara. O como si en Madrid no hubiera
habido nunca ninguna clase de chanchullo ni escándalo, la trama Gurtel no
hubiera existido y el AVE no parara en Yebes, provincia de Guadalajara.
Puede
que haya quienes lo han olvidado, pero la que ahora –haciendo honor a su
nombre– parece aspirar a convertirse en la nueva esperanza de un PP muy tocado
ya se mostró en el pasado poco escrupulosa en lo que a montar tejemanejes se
refiere. No hay más que recordar la historia del llamado “tamayazo”.
Para mí que, como Luis El Cabrón y Pedro J. sigan apretando las tuercas, en breve vamos a tener nuevo inquilino en La Moncloa. Atentos a Gallardón o a Sorayita. Si es que no hay por ahí un tapado o una tapada aguardando su turno. Y nuevo jefe –o jefa debería decir, para ser más exacto– al frente de los “peperos”.
Para mí que, como Luis El Cabrón y Pedro J. sigan apretando las tuercas, en breve vamos a tener nuevo inquilino en La Moncloa. Atentos a Gallardón o a Sorayita. Si es que no hay por ahí un tapado o una tapada aguardando su turno. Y nuevo jefe –o jefa debería decir, para ser más exacto– al frente de los “peperos”.
12 de julio de 2013
Publicado por
J. A. ORTEGA
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19:47
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De misa la mitad
En
cuanto a la trama de espionaje puesta al descubierto por Edward J. Snowden no
puedo decir sino prácticamente lo mismo que ya dije con motivo del escándalo
destapado por Julian Assange a través de Wikileaks. Nuestras autoridades –y
cuando hablo de nuestras autoridades me refiero no sólo a las españolas, sino también
a las alemanas, francesas, italianas, etcétera– quieren convencernos de que por
aquí nadie estaba al tanto del asunto. Si esto fuera verdad, cosa que dudo
mucho, una de las conclusiones que podría extraerse, y harto preocupante, por
cierto, es que la seguridad del Viejo Continente (es decir, de potencias como
Alemania, Francia, Italia, España, etc) deja mucho que desear y está en manos
de unos incompetentes.
Para
mí lo sorprendente no es que los servicios secretos de Estados Unidos, y de paso
los británicos, hayan espiado a jefes de estado, ministros y responsables
políticos de otros países, hasta los aliados. Lo auténticamente sorprendente
sería que esto nunca hubiera sucedido. Y más aún cuando, con sus filtraciones
de hace algo más de dos años, Wikileaks ya nos ponía sobre la pista.
¡Si
la afición humana al chismorreo se practica desde que el mundo es mundo! Y lo
de seguir y vigilar no sólo a enemigos, sino a amigos susceptibles de
convertirse en tales, también. Desde tiempos de los hititas. Y ello a pesar de
que los medios técnicos para esos menesteres eran por entonces muy limitados. ¡Cómo
no a día de hoy que tenemos a disposición tecnología para llevar a cabo auténticas
virguerías en ese campo!
No
creo que haya un Gran Hermano que controle nuestros movimientos, y nunca lo he
creído, pero, desde luego, sí creo, y es evidente, que hay un seguimiento cada
vez más eficiente, continuado y sistemático de una buena parte de nuestras
vidas como ciudadanos que excede lo que podría considerarse necesario, desde el
punto de vista político, social, económico y cultural, para la viabilidad de
esta civilización de la que somos miembros.
La
llamada “Guerra Fría” se quedó atrás, terminó en el último cuarto de la pasada
centuria, aunque dejó una herencia de malos hábitos -de los que parece que no
nos hemos librado ni nos libraremos nunca– y prácticas que dan miedo, si se
repara mucho en ellas.
Al
final va a resultar que, de una u otra manera, ésos a los que a veces nos
referimos en tono despectivo como “conspiranoicos” no andan muy mal
encaminados. Al menos, hemos de reconocer que motivos más que sobrados hay para
muchas de las elucubraciones y sospechas a las que suelen dar pábulo.
Ya
lo suponíamos, pero, por si lo habíamos olvidado, el tal Snowden éste ha venido
a recordárnoslo. Ni Obama, ni Merkel, ni Cameron y compañía, así como los
gobiernos que presiden, lo controlan todo. Y, probablemente, tampoco lo
controlaron todo sus antecesores en el cargo. Por encima, e incluso por debajo
de esta gente, se sitúan poderes de los estados que escapan al control de los
propios estados y actúan en la clandestinidad y con absoluta impunidad, cual
leviatanes, saltándose los más elementales principios éticos y democráticos.
No
sabemos de misa la mitad. Y, ¡ojo!, que cuando el río suena, agua lleva…
5 de julio de 2013
Publicado por
J. A. ORTEGA
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19:46
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Supermán
El
pasado martes estuve en el cine. Hacía mucho que no iba. Demasiado para alguien
que, como es mi caso, siempre se las dio de cinéfilo. Tanto que ni siquiera
recordaba lo caras que lamentablemente se han puesto las entradas de un tiempo
a esta parte. Aunque no es ése el tema al que voy a referirme, sino a la peli
que elegí ver, por si mi parecer sobre
la misma pudiera ser de utilidad para quien no tenga otra cosa mejor que hacer
y se moleste en leer este artículo.
Se
trata de la última de Supermán. No quería perdérmela. Soy fan del personaje.
Desde que vi aquella magnífica producción de 1978, con banda sonora de John
Williams, dirigida por Richard Donner. Todo un clásico de la cinematografía. Y
las tres que a ésta siguieron en la década de los 80. Puede sonar un tanto
infantil, si quieren, pero me fascina la historia de este superhéroe. Más que
la de ningún otro. Consideraciones ideológicas aparte. No en vano es de los
primeros de su clase y quizá el más genuino. Todo un icono cultural que habría
de trascender las fronteras de los Estados Unidos después de su nacimiento en
los años 30 del pasado siglo.
Pues
bien, la decepción que me llevé viendo “Man
of steel” (El hombre de acero), el nuevo y último remake, si como tal puede calificarse, fue enorme. Tanto que no la
recomiendo. La película es un horror. Espantosa. No entiendo cómo una
producción así puede llegar a batir récords de recaudación y taquilla. Bueno,
sí que lo entiendo. Las campañas de promoción hacen milagros y causan efecto en
un público, puede que más formado que el de antaño, pero desde luego sí que
mucho menos cultivado. La preocupación por la obtención de beneficios en la difusión
del séptimo arte estuvo presente prácticamente desde sus inicios, pero es que
hay veces en que dicha preocupación raya en la obscenidad. Y esta renovada,
aunque desafortunada, versión sobre la historia del superhombre procedente de
Krypton puede tomarse como otra clara muestra.
Más
que un film parece el anuncio en largometraje de un nuevo videojuego para la play station. Yo diría que es tan horrendo
como los de la segunda saga de la Guerra de las Galaxias, si no más. Russel
Crowe y Kevin Costner cumplen con su cometido como estrellas, pero no lo
salvan.
Zack
Snyder, como director, y David S. Goyer, como guionista, simplemente la cagan.
Aunque, eso sí, no creo que este pequeño detalle les importe mucho, teniendo en
cuenta la pasta gansa que se estarán embolsando gracias a su trabajo para esta
cinta. Y la cagan, en mi opinión, no sólo por todo lo dicho, sino porque encima
maltratan tanto lo que es la esencia como el encanto de la historia y su
protagonista, jugándosela a ser originales, cuando la búsqueda de la
originalidad es un riesgo que en el terreno de la creación artística no está al
alcance de cualquiera. Por no estar, “Man
of steel” no está ni a la altura de “Superman
Returns” (2008), que también resultó un completo fiasco, lo que ya es mucho
decir.
Uno
se cansa de la espectacularidad de unos efectos especiales de carácter virtual
que carecen de mérito –para colmo dura más de dos horas– y echa en falta, por
ejemplo, la presencia de Clark Kent, el periodista torpe y despistado que se
desvive por su compañera Lois Lane, así como la relación tipo comedia de ambos.
Estoy
convencido de que Supermán se identificará todavía durante muchos años en el
imaginario colectivo con el malogrado Christopher Reeve, que, por cierto, bordó
el papel como nadie. Diríase que nació para representarlo. Igual que Tarzán se
identifica con Johnny Weissmüller y Drácula con Bela Lugosi o Christopher Lee.
¿Qué
quieren que les diga? Además de romántico y mitómano, soy un carca que siente
nostalgia de los viejos comics y tebeos y del cine que antes se producía.
28 de junio de 2013
Toda la vida de Dios ha habido ricos y pobres
Me
llamó la atención lo que le oí comentar el pasado domingo al ministro de
Asuntos Exteriores en El Objetivo, el nuevo programa de Ana Pastor, en la Sexta
TV. Para defender la marca España presumió el hombre de que el nuestro es el
primer país de Europa, y el segundo del planeta, en cuanto a kilómetros de vía
férrea para trenes de alta velocidad. ¿Alguien se podía imaginar que esto fuera
posible hace tan sólo 20 años? Y presumió también de nuestro sistema de
atención sanitaria, incluso a pesar de los recortes. El tercero del orbe
civilizado en cobertura y calidad vino a decir, aunque con otros términos, sin
morderse la lengua.
He
aquí una de las causas de nuestra deuda pública –no más elevada que la que
arrastran los principales países europeos– y he aquí igualmente parte de la
herencia de la que el Gobierno de don Mariano Rajoy tanto se ha quejado hasta
la fecha. Como ya he afirmado en alguna otra ocasión al referirme a este mismo
asunto, para evaluar la economía de un estado no sólo se ha de mirar hacia lo
que debe como tal, sino también hacia lo que posee. En esto tenía y tiene el
señor ministro más razón que un santo.
¡Qué
lástima que algunos de los que son sus compañeros de filas, tanto en su partido
como en el ejecutivo, no hubieran defendido tales ideas en el exterior con
igual ahínco cuando hace dos, tres y cuatro años estaban en la oposición! Tal
vez otro Margallo nos hubiese cantado. O quizá no. ¡Y qué lástima que argumentos
de ese tenor no hayan pesado, o no, al menos, lo suficiente, a la hora de echar
mano a las tijeras para ajustar el presupuesto!
Para
mí que el problema no está ya tanto en el legado que el actual gobierno recibió
sino en el que entregará al que le sustituya como continúe por la actual senda.
Aun siendo consciente de que el progreso nunca es lineal, hace no mucho se veía
como algo poco probable el riesgo de una involución. Tanto que incluso la propia
palabra –¡qué ingenuidad la nuestra!– sonaba a algo así como tema de novela o
película futurista made in Hollywood.
Tal era el optimismo reinante. Sin embargo, ya ven, nada más lejos de la
realidad. A juzgar por lo que en el último lustro ha venido y viene ocurriendo,
con la crisis como pretexto. La cosa está pasando de castaño a oscuro y vamos
para atrás, como los cangrejos, o como “la
perala”, que diría mi abuela.
Regresamos
a aquellos tiempos en los que estudiar en la Universidad era un privilegio
reservado a los hijos de familias acomodadas. A aquella época en la que para
encontrar trabajo había que irse a Alemania. A aquellos años en los que abortar
era un lujo que se podían permitir sólo las muchachas de bien, es decir, de
clase media alta. A aquellos días en los que los niños tenían que estar con los
niños y las niñas con las niñas en las escuelas y para aprobar debían aprenderse
el catecismo de pe a pa, así como no olvidar nunca el “Ave María Purísima, sin
pecado concebida”, por si acaso.
Y,
ahora, para colmo, como si no nos bastara con que nos enmiende la plana una
semana sí y la otra también, Merkel, la Comisión o el BCE, nos da su tirón de
orejas, recomendándonos que abaratemos el despido y bajemos los salarios, el
FMI. Precisamente, una de las instituciones que mayor responsabilidad tiene
ante lo que ha pasado y está pasando en el mundo. Sobre todo en lo que al
desbarajuste en las finanzas y el caos económico se refiere.
A este paso me temo que esta gente que maneja el cotarro no va a dejar títere con cabeza. Y no parece qué les importe un pimiento. Claro, como todos ellos gozan de sus buenos sueldos y sobresueldos, pensiones vitalicias aparte, a los demás que nos den. A fin de cuentas, toda la vida de Dios ha habido ricos y pobres –¿no? – y es inevitable que los siga habiendo.
A este paso me temo que esta gente que maneja el cotarro no va a dejar títere con cabeza. Y no parece qué les importe un pimiento. Claro, como todos ellos gozan de sus buenos sueldos y sobresueldos, pensiones vitalicias aparte, a los demás que nos den. A fin de cuentas, toda la vida de Dios ha habido ricos y pobres –¿no? – y es inevitable que los siga habiendo.
21 de junio de 2013
El caso de los eres
Le
debo un artículo al muy lamentable asunto relacionado con la llamada trama de
los eres desde hace tiempo. En más de una ocasión he hecho referencia al mismo
y he apuntado qué es lo que pienso al respecto. Pero tenía pendiente dedicarle
una reflexión más atenta, en la medida en la que el espacio semanal en este
diario me lo permite, y de hoy no pasa.
Vaya
por delante que mi opinión no puede ser otra que la que tiene la gran mayoría
de la gente. Aunque se da la circunstancia de que, a diferencia de algunos o de
muchos, en mi caso la cuestión me duele más por aquello de que soy un
socialdemócrata casi, casi, casi convencido y el gobierno de la Junta de
Andalucía ha sido, se supone, y lo sigue siendo, con toda probabilidad ahora
más que nunca, de corte socialdemócrata precisamente.
Como
a todo hijo de vecino, me parece bochornoso que se haya permitido el desvío de
dinero público para fines a los que no estaba destinado, que haya habido malversación
y, en definitiva, que toda una caterva de mangantes, a la sombra de nuestra administración
autonómica, e incluso con la connivencia de algunos de quienes de un modo u
otro la representan, se haya estado poniendo las botas durante unos cuantos
años. Tanto si han trincado y se han repartido un millón como si han sido más
de cien o de doscientos. No podría alardear de ser coherente, en la medida de
mis posibilidades como humano, o de intentar serlo, más bien, como –créanme– yo
lo intento, si me pronunciara en términos muy distintos a los que hasta aquí lo
he hecho.
Comparto
también –¡faltaría más!– la opinión de quienes consideran que por la existencia
de esta trama delictiva más de uno debería de asumir responsabilidades
políticas, además de apechar con las penales que correspondan. Por acción o por
omisión, pero debería asumirlas. Y lo siento en el alma. No porque los posibles
afectados sean familiares, allegados o amigos, sino porque temo pueda tocarles
la china a personas que durante años se dedicaron con honradez, honestidad y
tesón a la actividad pública y no lo merecen.
Otra cosa que no sea eso supondría tomarles el
pelo a los ciudadanos. Y los ciudadanos, entre los que me incluyo, estamos ya
hasta el gorro de que se nos tome el pelo y, encima, con descaro y hasta con
recochineo.
Me
van a permitir, no obstante, y después de haber cargado las tintas contra los
presuntos culpables, que añada alguna que otra última consideración. Y no para
quitar hierro a lo expuesto, sino para puntualizar y tratar de ser parcialmente
imparcial, o imparcialmente parcial, si lo prefieren, es decir, más o menos justo
en mis apreciaciones.
Que
el dinero relacionado con la llamada trama de los eres procede de una partida
incluida en los presupuestos anuales de la Junta y, por tanto, aprobada por la
cámara de representantes andaluza, no de Dios sabe dónde. Que el plan fue
diseñado –es verdad que más mal que bien– para socorrer a empresas en crisis y
a sus empleados, en situaciones ante las que había que actuar con urgencia, y
no para el enriquecimiento de unos pocos, aunque también esto haya ocurrido. Y
que de dicho plan se han beneficiado desde su puesta en marcha unos seis mil
trabajadores, de los que no más de un centenar, según tengo entendido,
recibieron ayudas sin que les correspondiera, tema de las comisiones aparte
¿Qué quiero decir con esto? Algo muy sencillo: Que el propósito del sistema de ayudas establecido por el gobierno andaluz era en sí loable y que lo que ha fallado son los procedimientos. Esta conclusión no exculpa a los supuestos delincuentes que aprovechándose de su cargo o de su posición metieron en el cajón la mano, pero sí salva de la quema, al menos en parte, la iniciativa en sí como tal y a quienes en un principio, de buena fe, la promovieron.
¿Qué quiero decir con esto? Algo muy sencillo: Que el propósito del sistema de ayudas establecido por el gobierno andaluz era en sí loable y que lo que ha fallado son los procedimientos. Esta conclusión no exculpa a los supuestos delincuentes que aprovechándose de su cargo o de su posición metieron en el cajón la mano, pero sí salva de la quema, al menos en parte, la iniciativa en sí como tal y a quienes en un principio, de buena fe, la promovieron.
14 de junio de 2013
Publicado por
J. A. ORTEGA
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Cáritas
Si
alguien me pregunta qué opino acerca de que el Gobierno de la Junta de
Andalucía haya reducido la partida del presupuesto destinada a Cáritas
Parroquial en los tiempos que corren, mi respuesta no puede ser otra que la que
sigue. Me parece todo un despropósito, un craso error. O, si lo prefieren, una
grave metedura de pata.
Ahora
bien, dicho esto, la decisión de la Junta respecto a esa reducción y la
campañita que el PP andaluz se ha montado a cuenta de lo mismo merece, cuando
menos, una reflexión. Y, aunque no la merezca, yo se la dedico.
Es
verdad que la administración autonómica destinó a los programas de empleo del
citado colectivo en 2011 un millón de euros y lo que destinó a ese mismo fin en
2012 fueron tan sólo 110.000 euros. Pero también es verdad que dicha partida se
vio reducida, al igual que se han visto reducidas otras muchas, como
consecuencia de esta era de la austeridad decretada desde Bruselas y desde
Madrid –por la imperiosa necesidad de contener el déficit a toda costa– en la
que andamos sumidos.
Resulta,
no obstante, un tanto tendencioso poner de relieve ese dato –el de la reducción
de la partida destinada a Cáritas– y pasar por alto los esfuerzos que el
Gobierno de la Junta ha hecho por tocar lo mínimo la sanidad, la educación o la
ayuda a la dependencia. Así como las dos importantes iniciativas legislativas que
muy recientemente se han adoptado, tanto para frenar los desahucios como para
combatir la pobreza y la exclusión. Medida esta última a la que se destinan 120
millones de euros. Después de todo, más del 70 por ciento de los fondos de Cáritas
proceden de donativos de particulares y la aportación de la administración
autonómica andaluza, aun siendo importante, representa poco en el total de su
financiación.
No
seré yo quien reste valor a la actividad en favor de los que más lo necesitan que
desarrolla esta ONG vinculada a la Iglesia. ¡Faltaría más! Tanto que toda
cantidad que se le asigne desde el Estado y desde las CC.AA. me parecerá siempre
poca e insuficiente. Pues soy de los que piensan que los poderes públicos han
de erigirse en los principales resortes para combatir el hambre, el paro, la
miseria y trabajar por la igualdad y la cohesión. La justicia social no puede
ni debe depender única y exclusivamente de la mayor o menor generosidad de la
gente, como, en realidad, algunos que yo me sé quisieran. Ésa es la filosofía
del liberalismo y el neoliberalimo (“laissez
faire, laissez passer”), no la filosofía de la izquierda. Al menos de la
izquierda tal y como yo la entiendo. La caridad está muy bien y hay que
fomentarla. Aunque sea más útil para aliviar la conciencia del que da que la
desesperanza del que recibe. Pero no se cambia el mundo con limosnas. Al
contrario, diría que lo que se consigue es que nada cambie y que todo siga
igual.
Es
una ironía, y de muy mal gusto, que sea el PP –un partido para el que todo
gasto social es poco menos que sinónimo de despilfarro– el que salga a dar
lecciones sobre cómo han de llevarse a cabo las políticas de cooperación y solidaridad.
Como si no hubieran sido ellos los que –con razón o sin ella– más han
contribuido, y no sin entusiasmo, a los mayores recortes que hasta ahora se han
producido en Andalucía y en España.
Ya sabemos para quien suele pedir el voto en este país la Conferencia Episcopal, pero, ¡ojo!, no por ser más de derechas ni ir más a misa se es más creyente ni mejor cristiano. Aunque todavía haya quien así lo crea.
Ya sabemos para quien suele pedir el voto en este país la Conferencia Episcopal, pero, ¡ojo!, no por ser más de derechas ni ir más a misa se es más creyente ni mejor cristiano. Aunque todavía haya quien así lo crea.
7 de junio de 2013
Publicado por
J. A. ORTEGA
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19:43
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Poco menos que un espejismo
Esta
semana, y sin que sirva de precedente, me van a permitir que le eche un
capotazo al gobierno de Rajoy. Para compensar por todas esas ocasiones que lo hago
blanco de mis críticas. A santo de qué se preguntarán ustedes. A santo de qué
no sabría decirlo con exactitud. Pero sí a cuento de las declaraciones que días
atrás, en una entrevista ofrecida a Antena 3 TV, realizaba el actual presidente
de honor del PP, dejando, por cierto, en no muy buen lugar al ejecutivo de don
Mariano y a muchos de sus compañeros de partido.
Aznar
parece no haberse enterado de que no sólo formamos parte de la UE sino que
participamos de la moneda única. Como si ni él ni el gobierno que en su momento
presidió hubieran tenido nada que ver en nuestra incorporación al euro, con las
ventajas y los inconvenientes que tal paso habría de llevar consigo.
El
expresidente quizá no se ha dado cuenta de que no estamos en la década de los
90 del pasado siglo sino en la segunda década del siglo XXI. Y, si se ha dado
cuenta de este detalle, obvia, no obstante, que, como miembro de la Unión
Europea, España está obligada a cumplir con unos determinados compromisos. Lo
de tirar de la demagogia siempre tiene su efecto y el señor Aznar bien que
puede dar fe de ello, porque fue un recurso del que echó mano innumerables
veces, tanto cuando estuvo en la oposición como cuando tuvo la responsabilidad
de gobernar, sin mucho sentido de estado, todo sea dicho.
Dos
son las principales herramientas de las que, en condiciones normales, dispone
un gobierno para dirigir, en la medida de lo posible, la economía de un país
mientras juega a hacer equilibrios y malabarismos con los números: la política
presupuestaria y fiscal, por un lado, y la política monetaria, por otro. Pues
bien, la monetaria, como todo el mundo sabe, no depende de lo que se decida en Madrid
sino en Frankfurt, sede del BCE. O quizá debería decir Berlín. Y con la fiscal
y presupuestaria, que es a través de la cual se puede incidir en el déficit,
ocurre prácticamente casi otro tanto de lo mismo. Hoy ya no tenemos banco para
inyectar dinero a nuestro sistema económico en función de las necesidades
coyunturales, ni peseta que devaluar. Para bien más que para mal, creo yo, a
pesar de la que últimamente nos ha caído y la que nos sigue cayendo.
El
señor Aznar acostumbra a sacar pecho cuando hace balance de los ocho años que ocupó
el Palacio de la Moncloa y hay mucho analista de pacotilla que le sigue la
corriente. Presume de que ese período, el que va desde 1996 a 2004, fue el de
mayor prosperidad y crecimiento en toda la historia de España, lo cual es, en
parte, cierto.
Calla,
sin embargo, que dicha prosperidad se debió también al proceso lógico de apertura
e internacionalización de nuestra economía, a unos niveles hasta entonces desconocidos.
En un período que coincide, además, con un crecimiento continuado de la
economía mundial y cuando ya estaban más que sentadas las bases de un estado
del bienestar, el nuestro, que había empezado a gestarse en los 70. Como calla
igualmente que fue durante esos ochos años cuando se fraguó la burbuja que después
habría de explotarnos en la cara con la virulencia con la que lo ha hecho.
Es decir, que, visto lo visto, ese espectacular desarrollo del que todavía se vanagloria, cuando puede, el presidente de honor del PP, y del que incluso se habría de vanagloriar ZP los años que le tocaron en suerte, hasta la irrupción de la crisis, en realidad resultó ser todo un fiasco, poco menos que un espejismo.
Es decir, que, visto lo visto, ese espectacular desarrollo del que todavía se vanagloria, cuando puede, el presidente de honor del PP, y del que incluso se habría de vanagloriar ZP los años que le tocaron en suerte, hasta la irrupción de la crisis, en realidad resultó ser todo un fiasco, poco menos que un espejismo.
31 de mayo de 2013
Una lanza por Pepe Chamizo
Lamento
que José Chamizo no siga como Defensor del Pueblo Andaluz. Y no porque sea
paisano. O porque en el pasado haya sido beneficiario de algún que otro favor
suyo. Llevo gafas pero no soy tan estrecho ni corto de miras, creo. Y se me puede
acusar de muchas cosas, pero, desde luego, no de mezquino. Digo yo que, tan
necesitados como estamos de consensos entre las principales fuerzas políticas
con responsabilidades de gobierno en nuestra comunidad, bien podrían haberse
puesto de acuerdo en alguna que otra cuestión más urgente y perentoria para los
andaluces y no precisamente en la no renovación de Pepe. Uno de los personajes
relacionados con la cosa pública más estimados por los ciudadanos y que, como
tal, ha hecho también de la institución a la que durante 17 años ha estado
representando la más valorada. Algo que en un tiempo como el actual en el que la
gente mira con recelo a la mayor parte de las instituciones de este país, y las
tiene en entredicho, no es poco.
A
Pepe hay que disculparle la salida de tono que pudiera protagonizar el pasado
miércoles tras conocer la noticia de su cese. Una mala tarde la tiene
cualquiera. En el ámbito político, por ejemplo, ha habido destacadas personalidades
que las han tenido por decenas y, aun así, a pesar de haber actuado como
auténticos mamarrachos, o haber dicho barbaridades, algunos han llegado a
ministro y otros incluso a presidente. Por unas declaraciones desafortunadas no
se puede tirar por tierra la labor admirable e impecable que Chamizo ha
desarrollado al frente de la Oficina del Defensor Del Pueblo Andaluz desde
1996. Sería injusto e inmerecido.
Coincido
plenamente con quienes consideran que a Pepe se lo han cargado porque resulta
incómodo para eso que los ingleses y los americanos llamarían el establishment –el establishment andaluz, en este caso– y nosotros, los poderes
fácticos, o algo así por el estilo. Es decir, muy molesto para los que más
mandan. Esa, digamos, élite social –entre la que la hipocresía campa a sus
anchas– que opina que el curita de Los Barrios se ha pasado de la raya y no se
le puede consentir ni una más. No es de extrañar que haya sido el PP y una
parte del PSOE los que más han abogado por su marcha.
Este
barreño singular, progresista, que no se
casa con nadie –y no por aquello de su celibato obligado como
sacerdote–, con pinta de poeta romántico y libertario, tendrá sus defectos, faltaría
más, como los tiene todo hijo de vecino, pero ha sido un hombre que ha
destacado por su compromiso con los más desfavorecidos, los más necesitados, y
por su calidad humana, allá por donde ha pasado. Y, desde luego, nadie podrá
negar que ha dignificado el cargo de Defensor del Pueblo Andaluz que durante casi
dos décadas ha ejercido.
No
digo que no haya en nuestra comunidad personas que puedan desempeñar la misión
vinculada a dicho puesto con igual eficacia. Pero la ausencia de Pepe va a
dejar un vacío difícil de llenar y estoy convencido de que va a estar en la
memoria de una gran mayoría de los andaluces durante muchos años.
Lo
bueno de todo esto es que recuperamos al cura Chamizo, con todo su bagaje, para
otros menesteres que, a buen seguro, van a estar relacionados con el fomento de
la cooperación y la solidaridad. Y, quién sabe, quizá también para la política.
Él me decía a esto que no en una entrevista el pasado mes de abril. Pero, desde
luego, no vendría nada mal para una actividad tan denostada últimamente gente
de su perfil y de su valía.
24 de mayo de 2013
La locura del Rey Jorge
Tratándose
de quien se trata ya nada o casi nada de lo que diga o haga me sorprende. Lo
que no quiere decir que me sea indiferente, ni muchísimo menos. Lo he dicho en infinidad
de ocasiones. Hay gestos, miradas, movimientos, acciones que lo queramos o no a
todos nos delatan. Me viene a la memoria, por ejemplo, la cara de Rajoy cuando
en 2009 le preguntaban por Bárcenas. Aunque en lo que se refiere a quien va a
ser blanco de mis críticas en las líneas que siguen la cosa es digna de
estudio. Cada día me inclino más a pensar que, si bien tiempo ha quiso ser
torero, ya en su subconsciente, y probablemente desde crío, se abría paso la
convicción de haber nacido para alcalde
de su pueblo. Estoy hablando como ya se habrán podido imaginar ustedes del
señor don Jorge Romero, a la sazón, primer edil del municipio barreño. No tanto
por mérito propio como por demérito de los contrarios. Sin que suponga esto que
digo un intento por restarle valor a su capacidad para ganarse el voto de la
gente, ya sabemos muchos cómo, por cierto.
No
se preocupen. No voy a llevar a cabo un inventario de las decisiones e iniciativas
que en lo político, lo económico, lo laboral o lo administrativo ha adoptado el
susodicho desde el 11 de junio de 2011 hasta la fecha. Únicamente voy a
centrarme en un último detalle del que acabo de tener conocimiento y que es
suficientemente revelador de la personalidad del sujeto.
Por
lo visto, resulta que el hombre ha mandado cambiar la decoración de la sala de
espera anexa a su despacho y ha sustituido los cuadros con motivos varios que
colgaban de la pared por los diplomas enmarcados de los cursillos que en
materia de administración local ha tenido la oportunidad de realizar desde que
es alcalde. Y, si no se lo creen, no tienen más que comprobarlo ustedes mismos
efectuando una visita a la Casa Consistorial y subiendo al segundo piso del
edificio.
Nuestra
primera autoridad municipal ha transformado la alcaldía en una especie de
consultoría particular o bufete. Algo que me causa menos indignación que risa,
pero que, en cualquier caso, me parece como mínimo censurable. Un conocido no
falto de ironía que me ponía al corriente del tema, antes de que éste se
publicase en prensa, me decía el otro día con mucha guasa: “Ortega, sólo falta
que en la puerta de esa segunda planta pongan un letrero que diga algo así
como: Romero, Andrades & Asociados”.
Admito
que todo esto que les cuento no pasaría de la pura y mera anécdota –aunque, eso
sí, pura y mera anécdota más que significativa– si no supiéramos nada más del
personaje, lo que no es el caso. Para más inri, a la par que ha ido colgando en
la pared de dicha sala de espera los múltiples títulos que conforman su muy
brillante, extenso y variado currículum ha ido haciendo desaparecer y
acumulando en un trastero, como si de basura se tratara, las placas
conmemorativas con las que colectivos y entidades han obsequiado a la
institución durante los últimos 20 años en la persona de los alcaldes
socialistas que le antecedieron en el cargo.
Sobran
las palabras. Si a estas alturas todavía hay quien no ha calado a este regidor,
singular donde los haya, seguro que terminará calándolo de aquí a 2015. Espero.
Mira por dónde acabo de acordarme de una peli cuyo título me viene que ni pintado para terminar este artículo: “La locura del Rey Jorge”. Al paso que va a mí no me extrañaría nada que antes de irse hasta deje un retrato suyo de cuerpo entero como recuerdo en el salón de juntas del Consistorio. ¿Qué se juegan?
Mira por dónde acabo de acordarme de una peli cuyo título me viene que ni pintado para terminar este artículo: “La locura del Rey Jorge”. Al paso que va a mí no me extrañaría nada que antes de irse hasta deje un retrato suyo de cuerpo entero como recuerdo en el salón de juntas del Consistorio. ¿Qué se juegan?
19 de julio de 2013
El secreto de los alemanes
Seguro
que más de uno se ha preguntado alguna vez cuál es o cuáles son las claves del
éxito económico de los alemanes. Yo, al menos, sí que me lo he preguntado en
más de una ocasión. Y sobre esto va precisamente el texto que sigue.
Aunque
no se hagan falsas expectativas si se piensan que tras su lectura van a conocer
de pe a pa el secreto de tal enigma. ¡Qué más quisiera! Si así fuera, no
estaría yo escribiendo estas líneas ahora. Es probable que estuviera ya de
asesor del Gobierno en el área de Economía o hasta de ministro del ramo.
Lo
que sí voy es a apuntar alguna que otra consideración al respecto y aportar
algún dato, por lo demás, ya conocido.
Es
verdad que son numerosas y de muy diversa índole las razones que explican que
Alemania sea la primera potencia económica de Europa. Y es verdad que muchas de
esas razones de las que siempre se hablan rayan en el tópico. Tales como que es
un pueblo puntual, laborioso, disciplinado, etcétera, etcétera. Méritos éstos que
no va a ser un servidor quien se los reste o se los discuta.
Sin
embargo, tampoco es cuestión de ahondar mucho y ser algo así como un sociólogo
experimentado, para poner el punto de mira en ciertos y sencillos aspectos que arrojan
luz sobre el éxito económico alemán sin que tengamos que remontarnos a los
tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico, ni muchísimo menos, o llevar a cabo
un estudio científico y concienzudo. La cosa es simple, me parece. Se trata de
ponerle pragmatismo, imaginación y osadía –para cambiar fórmulas que no
funcionan por otras que sí– a la actividad en el mundo de la empresa. Sin necesidad, por supuesto, de que todo el mundo
se convierta en un Einstein de los negocios.
Es
posible que, llegados a este punto, todavía haya quien se diga: “¿Y por qué
Alemania?”. Aunque la pregunta –a poco que uno se preocupe de enterarse de lo
que pasa en el mundo en el que vive– tiene fácil respuesta.
No
está de más que fijemos nuestra atención en este país en un momento en el que
miramos con recelo hacia nuestro gran socio europeo. El gobierno de Merkel sí
puede que tenga algo o mucho que ver en parte de los inconvenientes para
superar las dificultades económicas a las que nos enfrentamos. Pero los
alemanes, como tales, no. Todo lo contrario, creo yo. De manera que bien
haríamos en tomar nota de lo que éstos hacen y dejan de hacer. Especialmente en
lo que se refiere a la gestión empresarial y el manejo de los recursos humanos,
minijobs y cosas por el estilo aparte.
Por
ejemplo, en cuanto a la importancia que dentro de la organización se da al trabajo
en equipo, a la motivación personal y profesional y, sobre todo, al trato entre
y hacia los trabajadores, a los que se les hace sentirse responsables, útiles y
partícipes. Detalle éste, aparentemente
insignificante, que explica, en buena medida, los altos índices de
productividad que allá se registran y el elevado grado de compromiso que en
cada proyecto o emprendimiento une a empleadores y empleados.
Una
tendencia en el ámbito de la organización empresarial que poco a poco ha ido ganando terreno en la
mayor parte de los estados más desarrollados de Occidente. Al menos entre
aquellas empresas que han querido romper con viejos esquemas de estructuras
anticuadas, piramidales y excesivamente burocratizadas para explorar caminos
nuevos.
En el pasado Alemania nos sirvió de modelo para construir nuestro estado democrático y de derecho y en este presente en el que nos encontramos, si hacemos parte de lo que los alemanes hacen, quizá pueda servirnos para retomar la senda de la prosperidad. Está claro que de eso algo más que nosotros saben.
En el pasado Alemania nos sirvió de modelo para construir nuestro estado democrático y de derecho y en este presente en el que nos encontramos, si hacemos parte de lo que los alemanes hacen, quizá pueda servirnos para retomar la senda de la prosperidad. Está claro que de eso algo más que nosotros saben.
26 de julio de 2013
Cuarto Milenio muestra imágenes inéditas de los documentos conservados en Gibraltar sobre el Mary Celeste
Un equipo del programa
se desplazó hasta el Peñón y visitó el Archivo Histórico de la ciudad
gibraltareña en el que se encuentran las actas del juicio que tuvo lugar ante
la Corte del Vicealmirantazgo británico entre diciembre de 1872
y marzo de 1873
El espacio
que presenta Iker Jiménez ofreció el pasado mes de julio un reportaje sobre la historia del Mary Celeste. El bergantín estadounidense cuya
tripulación desapareció misteriosamente en pleno Atlántico, muy cerca de las
Azores, entre noviembre y diciembre de 1872.
Pero lo más
interesante es que mostró, podría decirse que en primicia, imágenes inéditas de
los documentos conservados en el Archivo Histórico de Gibraltar relacionados
con el caso: las actas del juicio que tuvo lugar ante la Corte del
Vicealmirantazgo británico entre diciembre de 1872 y marzo de 1873.
El programa
se emitió el domingo 7 de julio, en Cuatro TV, y el sábado 13 de julio, en Energy, canales ambos del grupo Mediaset.
En dicho reportaje,
dirigido por el investigador Pablo Villarrubia, participó el periodista y
escritor barreño José A. Ortega, que en octubre de 2011 publicó “El Reino de
las Sirenas”, libro cuyo argumento gira en torno al enigma protagonizado por el
citado barco. También participó el colaborador del programa Fernando Rodríguez,
que, al igual que Ortega, es vecino de Los Barrios, así como otros conocedores
del tema.
Además, en el plató, junto a Iker, estuvo el periodista y
escritor Francisco García Novell, autor de la obra “Naufragio”, basada en el
hundimiento del barco español “Príncipe de Asturias”, que se produjo en aguas
de Brasil el 5 de marzo de 1916, y que comentó algunas de las claves en las que
se fundamenta el misterio relacionado con el bergantín americano.
El documental fue grabado en mayo. Para ello un
equipo de “Cuarto Milenio” se desplazó a la comarca y al Peñón, lugar adonde
fue trasladado el Mary Celeste tras ser encontrado a la deriva y desde donde se
llevó a cabo la investigación para intentar aclarar lo sucedido.
El misterio
La desaparición de la tripulación del Mary
Celeste, en circunstancias bastante extrañas y nunca
del todo esclarecidas, es uno de esos grandes enigmas relacionados con el mar y
la navegación marítima que ha inspirado como ningún otro la imaginación de
cineastas y escritores.
El doctor Sir Arthur Conan
Doyle, creador de Sherlock Holmes, en los inicios de su carrera literaria, por
ejemplo, ya le dedicó un opúsculo al tema, que no haría, por cierto, honor a su
nombre, participando en un concurso convocado por una revista londinense, allá
por mil ochocientos ochenta y cuatro.
Y más tarde, en 1935, la Hammer,
productora cinematográfica británica, que en la década los 60 pondría de moda
el terror gótico, también patrocinó un horrendo film, que, no obstante, hoy día
es reliquia para los cinéfilos. Una cinta protagonizada por Bela Lugosi, aquel
actor de origen húngaro que habría de hacerse famoso en la década de los 30 del
pasado siglo XX interpretando el papel de Drácula, antes de que su carrera se
fuera a pique.
Al mando del capitán Benjamin Spooner
Briggs, que viajaba junto a su esposa, su hija, de dos años de edad, y siete
marineros, el Mary Celeste zarpó desde el puerto de Nueva York rumbo a
Europa el 7 de noviembre de 1872.
Un mes más tarde, exactamente entre el 4 y
el 5 de diciembre de 1872, la nave, que transportaba en su bodega 1.701
barriles de alcohol industrial con destino a Génova (Italia), fue hallada
completamente abandonada muy cerca de las Azores por otro buque, el Dei Gratia, que capitaneaba David Reed
Morehouse, casualmente amigo personal de los Briggs.
Después de comprobar que en el Mary Celeste no había ni un alma,
Morehouse dio orden a algunos de sus hombres para que arreglasen los aparejos
de aquel velero encontrado a la deriva, que estaba en condiciones de navegar, y
lo trasladaran al puerto británico más cercano, que, dada su posición, era el
de Gibraltar.
El objetivo de dicha decisión, no exenta de
riesgos para los que la asumieron, era la recompensa por el rescate de aquel
barco encontrado: un porcentaje de su valor y el valor de su cargamento, según
lo contemplado en las leyes marítimas internacionales para sucesos de este
tipo.
Una vez puesto a buen recaudo el bergantín,
y entregado a la autoridad, el capitán Morehouse reclamó la indemnización que
le correspondía por el salvamento y como consecuencia de ello se abrió una
causa ante la Corte del Vicealmirantazgo en la plaza gibraltareña, de la que se
haría eco la prensa más importante de la época. Un proceso que más que lograr
aclarar los hechos lo que consiguió fue dar pie al nacimiento de la leyenda,
una de las más célebres, con navío fantasma o maldito de por medio.
Las teorías
Para tratar de explicar la desaparición ya
desde un principio se barajaron diversas teorías, algunas de ellas no poco
descabelladas: un posible motín de los propios marineros del
Mary Celeste; un abordaje pirata; el ataque de un kraken o pulpo gigante
–también hay quien pensó en tiburones–; una pequeña explosión en la bodega y un
escape de gas (emanaciones del alcohol etílico); un iceberg y, bueno, ya en el siglo XX no faltó quien
hasta metió de por medio a los platillos volantes y los extraterrestres o a los
descendientes de los atlantes, ya saben, los habitantes de la perdida Atlántida.
La
hipótesis más razonable es la propuesta por Charles Edey F., autor de la obra
más rigurosa y documentada que se haya escrito sobre el tema. Coincide con la
que ya planteara Oliver Cobb, primo del capitán Benjamin Spooner Briggs: que el Mary Celeste debió ser abandonado en un
momento de pánico incontrolado y que su
tripulación pudo hundirse después en el chinchorro en el que trató de ponerse a
salvo, al no lograr alcanzar tierra. Pero sin aclarar del todo cuál pudo ser la
causa real del abandono.
La teoría se sustenta en las declaraciones
ante la Corte de Gibraltar de los marineros del Dei Gratia y evidencias dadas a
conocer por estos en el momento del hallazgo, que parecían indicar una huida
precipitada de la tripulación del Mary Celeste.
Es probable que, ante la amenaza que podría
suponer un escape de gases –varios barriles se encontraron rotos y vacíos– y el
temor a una explosión, el capitán Briggs ordenara el abandono preventivo de la
nave, pensando especialmente en las vidas de su esposa y de su hija, con la idea de volver a bordo si el peligro
se disipaba. Y creen que para ello utilizaron una driza con la que amarraron el
bote salvavidas a la popa del barco, la misma driza que los tripulantes del Dei
Gratia encontraron partida y colgando.
Tanto Cobb como Edey piensan que al partirse
el cabo el chinchorro con los diez tripulantes del Mary Celeste quedó a merced
del océano y fue en algún momento engullido por las aguas.
No muy diferente a la que propuso ante la
Corte del Vicealmirantazgo Oliver Deveau, el primer oficial del Dei Gratia, que, aplicando el
sentido común, afirmó estar convencido de que la tripulación debió abandonar el
barco por creer erróneamente que este se iba a pique y así lo declaró en respuesta
a una pregunta del tribunal.
La prueba clara para inclinarse por esta
explicación, en la que se basaría Deveau, estaba en el hecho de que la barra de
sondeo fue hallada tirada sobre la cubierta como si hubiera sido usada. Aunque
lo cierto es que, cuando el bergantín fue encontrado, el agua acumulada en la
sentina no superaba el metro de altura, cosa que comprobó el propio primer
oficial del Dei Gratia nada más subir a bordo y toparse con la barra, cabe la
posibilidad de que sí hubiera superado ese nivel días antes, como consecuencia
tal vez de un fallo momentáneo en las bombas, y eso provocara la comprensible
alarma.
Hay que decir que con el paso de los años, y como
consecuencia de la repercusión mediática que tuvo, el caso del Mary Celeste se fue
viendo contaminado por la difusión de exageraciones, inexactitudes, cuando no
falsas verdades, hasta convertirse en el mito que hoy día es.Demasiado perfecto para ser verdad
No
sabía yo que comer en El Copo fuese tan barato. Lo digo porque, que yo
recuerde, jamás he comido allí. Me he enterado –quién lo diría– gracias al señor don Jorge romero, alcalde de
Los Barrios, para más señas.
Resulta
que te puede salir por nada y menos un buen almuerzo en tan prestigioso
restaurante de nuestro municipio. Según se desprende de la nota de prensa a
través de la cual el primer edil barreño informa de los gastos pagados mediante
su tarjeta visa el pasado mes de julio. Cosa que hace una vez más, todo hay que
decirlo, con otro de esos ya acostumbrados teatrales y demagógicos alardes
suyos que desvirtúan y trivializan lo que es, o debería ser, el ejercicio de la
transparencia.
Puede
que a ustedes les haya pasado desapercibido el dato, pero a un servidor le ha
llamado la atención el pago de 200 euros en un almuerzo para diez comensales,
se supone que todos ellos representantes de la FEMP. Es decir, en un almuerzo
que ha costado tan sólo 20 euros por cabeza. Convendrán conmigo que un precio
supereconómico tratándose del restaurante del que se trata.
¿Qué
quieren que les diga? Para mí, algo posible, desde luego, pero bastante difícil
de creer. A menos que el señor Romero y sus compañeros de mesa –en una más que
asombrosa muestra de resistencia a la tentación y elogiable inclinación a la frugalidad– no se
excedieran ese día en el menú, siguieran una dieta estricta o se beneficiaran de una extraordinaria y
envidiable oferta por cortesía del chef o el dueño del local.
Por
esa módica cantidad yo no descarto irme por lo menos una vez cada dos o tres
semanas con los amigos y paladear algunas de las exquisiteces gastronómicas que
don Manuel Moreno incluye en su carta. Simplemente para darme el gustazo. ¡Qué
leches!
Ahora
que, como sea verdad lo que alguien me ha soplado respecto a este asunto, mucho
me temo que para mí lo de ir a darme un festín en tan reputado mesón va a
continuar siendo un sueño por algún tiempo más, si es que alguien no me invita
antes.
¿Y
qué es lo que le habrán soplado a éste?, se preguntarán ustedes. Un detalle
nada irrelevante, porque, de ser cierto, pondría al descubierto otra mentira
más de quien ahora es alcalde de Los Barrios y en evidencia los extremos a los
que puede llegar su cinismo.
Determinado
confidente, bien informado, me ha dicho que el día de marras no fueron diez los
comensales, sino tres… ¡Adivinen quiénes! Lo que resulta más verosímil y hace
que me cuadren las cuentas.
¡Vaya
hombre! ¡Y yo que ya me veía en el número 2 de la calle Almadraba de Palmones
disfrutando de un rodaballo, una lubina al horno o unas gambas al pil-pil!
Ya lo dice el refrán. Demasiado perfecto para ser verdad. O, lo que es casi lo mismo, demasiado bueno como para creérselo.
Ya lo dice el refrán. Demasiado perfecto para ser verdad. O, lo que es casi lo mismo, demasiado bueno como para creérselo.
7 de agosto de 2013
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