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lunes, 13 de octubre de 2014
Local hero
Las
asociaciones ecologistas vienen afirmando desde hace tiempo que la Junta de
Andalucía y el Ayuntamiento de Los Barrios mienten sobre la inversión de Vitol.
Ya saben, la iniciativa de ubicar junto a la playa de Palmones una planta de
almacenaje de combustible, lo que se dice una gasolinera gigante, para incrementar
en nuestro litoral el bunkering, por si con lo que ya tenemos, en lo que a este
tipo de prácticas se refiere, y similares, no fuera para nosotros bastante.
Los
ecologistas aseguran que tanto la Junta como el Consistorio barreño falsean la
verdad sobre el impacto que la construcción y puesta en marcha de dicha planta
podría tener para el crecimiento del empleo, exagerando las cifras, así como
sobre los efectos en el entorno de la bahía, ya muy castigada, minimizando los
riesgos. Y un servidor piensa lo mismo.
Según
los datos reflejados en el proyecto presentado por la propia multinacional, durante
los veinticuatro meses previstos para el montaje de las instalaciones las obras
no generarían más de 173 puestos de trabajo en los períodos de mayor actividad,
muchos de ellos para personal específicamente cualificado. Y a esto se ha de
sumar el hecho de que, una vez en funcionamiento, la planta no daría empleo a
más de veinte o veinticinco operarios, también debidamente cualificados, en el
mejor de los casos. Esto es, unos muy reducidos beneficios para una población,
la campogibraltareña, que, a cambio, debería asumir mayores peligros de los ya
asumidos como consecuencia de la industrialización mal planificada que la
administración del estado emprendió, a finales de los sesenta y principios de
los setenta del pasado siglo, para impulsar el despegue de la zona y resarcirla
de las servidumbres padecidas y por padecer a cuenta del conflicto fronterizo
con el Peñón.
Hay
que decir que promover en la comarca nuevas infraestructuras de almacenaje de
petróleo, y encima destilado a bajo precio en las Antípodas, o vete tú a saber
en qué otra parte del mundo, puede contribuir a la futura deslocalización de un
sector industrial, éste, cuya desaparición, es verdad, sería vista con buenos
ojos, si corrieran otros tiempos distintos a los que corren, pero también causaría
un grave perjuicio social y económico, sin un plan de desarrollo alternativo. O,
dicho de otro modo, puede poner en apuros la continuidad del negocio relacionado
con el tratamiento y refinado de crudo en el Campo de Gibraltar, cuya presencia
–independientemente de que guste más o guste menos– ha dado trabajo de calidad durante
décadas a miles de campogibraltareños.
Pero
es que, además, el modelo de industrialización que representa Vitol va en
contra de la estrategia de urbanización y crecimiento que los anteriores equipos
de gobierno del Ayuntamiento de Los Barrios empezaron a trazar a partir de
mediados de la década de los 90 –en mi opinión, con notable acierto– apostando,
de un lado, por el fomento de las actividades comerciales, turísticas y de ocio
y, de otro, por las nuevas tecnologías, el aprovechamiento de las energías
renovables y la producción de bajo impacto ambiental o, en lo posible, no contaminante.
Este
tema me trae a la memoria el recuerdo de una película que vi en el cine, allá
por la década de los 80, cuando estudiaba periodismo en Madrid. Una cinta
escocesa con preciosa banda sonora de Mark Knopfler y titulada “Local hero” –en
España, “Un tipo genial”– que recomiendo.
Creo haberlo afirmado en más de una ocasión,
incluso desde esta misma tribuna. Aunque, por si acaso, lo reitero. La idea de
una gasolinera gigante –¡otra más!– cerca de donde resido y casi a orillas de
la playa que frecuento desde la niñez ni me gusta ni me hace ni chispa de gracia.
La Verdad del Campo de Gibraltar, 13 de octubre de 2014
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