lunes, 29 de diciembre de 2014
lunes, 22 de diciembre de 2014
miércoles, 17 de diciembre de 2014
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martes, 4 de noviembre de 2014
sábado, 1 de noviembre de 2014
viernes, 31 de octubre de 2014
lunes, 27 de octubre de 2014
viernes, 24 de octubre de 2014
lunes, 20 de octubre de 2014
viernes, 17 de octubre de 2014
lunes, 13 de octubre de 2014
Local hero
Las
asociaciones ecologistas vienen afirmando desde hace tiempo que la Junta de
Andalucía y el Ayuntamiento de Los Barrios mienten sobre la inversión de Vitol.
Ya saben, la iniciativa de ubicar junto a la playa de Palmones una planta de
almacenaje de combustible, lo que se dice una gasolinera gigante, para incrementar
en nuestro litoral el bunkering, por si con lo que ya tenemos, en lo que a este
tipo de prácticas se refiere, y similares, no fuera para nosotros bastante.
Los
ecologistas aseguran que tanto la Junta como el Consistorio barreño falsean la
verdad sobre el impacto que la construcción y puesta en marcha de dicha planta
podría tener para el crecimiento del empleo, exagerando las cifras, así como
sobre los efectos en el entorno de la bahía, ya muy castigada, minimizando los
riesgos. Y un servidor piensa lo mismo.
Según
los datos reflejados en el proyecto presentado por la propia multinacional, durante
los veinticuatro meses previstos para el montaje de las instalaciones las obras
no generarían más de 173 puestos de trabajo en los períodos de mayor actividad,
muchos de ellos para personal específicamente cualificado. Y a esto se ha de
sumar el hecho de que, una vez en funcionamiento, la planta no daría empleo a
más de veinte o veinticinco operarios, también debidamente cualificados, en el
mejor de los casos. Esto es, unos muy reducidos beneficios para una población,
la campogibraltareña, que, a cambio, debería asumir mayores peligros de los ya
asumidos como consecuencia de la industrialización mal planificada que la
administración del estado emprendió, a finales de los sesenta y principios de
los setenta del pasado siglo, para impulsar el despegue de la zona y resarcirla
de las servidumbres padecidas y por padecer a cuenta del conflicto fronterizo
con el Peñón.
Hay
que decir que promover en la comarca nuevas infraestructuras de almacenaje de
petróleo, y encima destilado a bajo precio en las Antípodas, o vete tú a saber
en qué otra parte del mundo, puede contribuir a la futura deslocalización de un
sector industrial, éste, cuya desaparición, es verdad, sería vista con buenos
ojos, si corrieran otros tiempos distintos a los que corren, pero también causaría
un grave perjuicio social y económico, sin un plan de desarrollo alternativo. O,
dicho de otro modo, puede poner en apuros la continuidad del negocio relacionado
con el tratamiento y refinado de crudo en el Campo de Gibraltar, cuya presencia
–independientemente de que guste más o guste menos– ha dado trabajo de calidad durante
décadas a miles de campogibraltareños.
Pero
es que, además, el modelo de industrialización que representa Vitol va en
contra de la estrategia de urbanización y crecimiento que los anteriores equipos
de gobierno del Ayuntamiento de Los Barrios empezaron a trazar a partir de
mediados de la década de los 90 –en mi opinión, con notable acierto– apostando,
de un lado, por el fomento de las actividades comerciales, turísticas y de ocio
y, de otro, por las nuevas tecnologías, el aprovechamiento de las energías
renovables y la producción de bajo impacto ambiental o, en lo posible, no contaminante.
Este
tema me trae a la memoria el recuerdo de una película que vi en el cine, allá
por la década de los 80, cuando estudiaba periodismo en Madrid. Una cinta
escocesa con preciosa banda sonora de Mark Knopfler y titulada “Local hero” –en
España, “Un tipo genial”– que recomiendo.
Creo haberlo afirmado en más de una ocasión,
incluso desde esta misma tribuna. Aunque, por si acaso, lo reitero. La idea de
una gasolinera gigante –¡otra más!– cerca de donde resido y casi a orillas de
la playa que frecuento desde la niñez ni me gusta ni me hace ni chispa de gracia.
La Verdad del Campo de Gibraltar, 13 de octubre de 2014
viernes, 10 de octubre de 2014
lunes, 6 de octubre de 2014
viernes, 3 de octubre de 2014
lunes, 29 de septiembre de 2014
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martes, 19 de agosto de 2014
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lunes, 28 de julio de 2014
viernes, 25 de julio de 2014
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viernes, 11 de julio de 2014
viernes, 4 de julio de 2014
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viernes, 27 de junio de 2014
lunes, 23 de junio de 2014
lunes, 16 de junio de 2014
viernes, 13 de junio de 2014
lunes, 9 de junio de 2014
viernes, 6 de junio de 2014
lunes, 12 de mayo de 2014
Operación Cañete
Me
sorprendió el pasado martes, y no puedo decir que gratamente, la movilización
policial que se produjo en Los Barrios a raíz de la visita de don Miguel Arias
Cañete y don Juan Manuel Moreno Bonilla. Si les digo la verdad, en la edad que
tengo jamás había visto por el centro de esta localidad una reunión de fuerzas
del orden como la que hubo ese día para éstos y otros gerifaltes peperos. Ni
siquiera para actos multitudinarios de mayor enjundia. Al menos que yo
recuerde. Exceptuando, eso sí, la convocatoria de algún que otro pleno de los
más polémicos presididos hasta la fecha por Jorge Romero como alcalde y para
los que se ha contado incluso con los “goap”, que son como los “geos” pero en
versión local, además de cuantiosos efectivos de la Guardia Civil.
Con
motivo de dicha visita, créanme lo que les digo, por poco no se junta en la
Plaza de la Iglesia y sus alrededores más números del instituto armado,
brigadillas y policías que para la Romería del Santo Patrón, que, por cierto,
aunque ya no se proclame, sigue siendo celebración de Interés Turístico
Nacional. Hicieron acto de presencia varios vehículos de la Benemérita, de la
Policía Municipal y probablemente también alguno de la Secreta y se cortaron
nada más y nada menos que tres calles a la circulación de automóviles y de
peatones. Tanto que no me equivocaría mucho si afirmo que hubo por allí más agentes
de la autoridad que ciudadanos de a pie.
Y todo
esto a santo de qué, se preguntarán ustedes. Pues a santo de que se inauguraba
la nueva y flamante sede del Partido Popular barreño. Un evento que, aun pudiendo
considerarse de cierta importancia cívica, no era institucional, no tenía pinta
de atraer la atención de una multitud tan numerosa y abultada como para
entrañar riesgo y que no creo mereciera el exagerado despliegue en seguridad
que se llevó a cabo, ni aunque los militantes de esta formación hubieran
corrido con los gastos echando mano de sus bolsillos. Pues todo el mundo sabe
que la Villa de Los Barrios ni tiene una población que se caracterice por ser
muy contestaria, revolucionaria o conflictiva, ni es un lugar que se distinga por una alta concentración
de actividad criminal o terrorista, que yo sepa.
En mi opinión,
creo que se produjo todo un dispendio injustificable de medios materiales y
humanos para la vigilancia de lo que no fue más que el sencillo acto preelectoral
de un partido político, que, todo sea dicho, antes de 2011 apenas gozaba de
relevancia social en el municipio.
Aunque
lo que me parece más grave aún es que dicho despliegue no se efectuara para velar
por la integridad de los personajes públicos que acudieron a la cita como
protagonistas, y que no son precisamente lo que se dice ídolos de masas. Sino
para que los miembros de la llamada Plataforma de Despedidos del Ayuntamiento –¡qué
miedo que dan, Señor!– no les afearan la ceremonia y les aguaran la fiesta.
Cosa que consiguieron sólo a medias.
Se me
ocurre que, si Susana Díaz hubiera contado con la mitad de las medidas de
seguridad con las que contaron aquí el exministro y el presidente de los populares
andaluces, el pasado mes de octubre los alcaldes malagueños del PP no habrían
podido zarandear el coche oficial de la presidenta como lo zarandearon durante
la conmemoración del décimo aniversario del Museo Picasso de Málaga.
Estoy casi seguro de que el dispositivo policial
organizado en Los Barrios tuvo hasta nombre. Tal vez algo así como “Operación
Cañete”.
La Verdad del Campo de Gibraltar, 12 de mayo de 2014
martes, 6 de mayo de 2014
lunes, 28 de abril de 2014
viernes, 25 de abril de 2014
martes, 22 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
lunes, 7 de abril de 2014
viernes, 28 de marzo de 2014
jueves, 27 de marzo de 2014
viernes, 21 de marzo de 2014
lunes, 17 de marzo de 2014
viernes, 14 de marzo de 2014
lunes, 10 de marzo de 2014
Ni VITTA ni VITTI
Esta
semana el alcalde de Los Barrios, Jorge Romero, realizaba unas declaraciones en
las que pedía mayor celeridad al gobierno de la Junta de Andalucía en el
otorgamiento de la autorización ambiental unificada para la inversión de VITTI.
Cosa que he de decir me sorprendía, si bien no mucho. Y digo que me sorprendía
porque se da la circunstancia de que quien precisamente ha solicitado a la
administración autonómica la paralización del procedimiento para la concesión
ha sido la propia empresa interesada.
Lo hizo,
si mis datos no son erróneos, el pasado mes de enero y de ello dieron debida
cuenta los medios locales y comarcales. Hasta en tanto no se resuelvan o
sorteen los obstáculos administrativos derivados del planeamiento urbanístico
de San Roque, por cuyo término tendría que discurrir una de las canalizaciones
de la instalación de almacenamiento de combustible proyectada por la citada compañía
holandesa, en caso de que finalmente la obra se ejecute.
De lo
que deduzco que cuando dijo lo que dijo el señor Romero no estaba certeramente
informado del asunto. O sí que lo estaba, pero, con todo, tenía el hombre ese
día ganas de salir a la palestra.
Aunque
lo que de verdad me sorprende es el cambio de opinión del hoy primer edil de
Los Barrios en cuanto a la llegada y puesta en marcha de actuaciones
industriales, independientemente del impacto que las mismas puedan tener en la
salud de nuestro hábitat y nuestro entorno paisajístico. Como sorprende también
el entusiasmo que muestra.
Lástima
que no sostuviera igual parecer años atrás, allá por 2006, para apoyar el
desarrollo de La Gertrudis que trató de promover el anterior equipo de gobierno
con la construcción de un nuevo parque empresarial y la implantación en la zona
de la multinacional LPC Group. Y digo lástima porque es muy probable que, de
haberlo hecho, otro gallo nos habría cantado.
Por
aquel entonces el señor Romero y su partido consideraban poco menos que una
barbaridad la ubicación de una fábrica de papel reciclado, una planta para el
acabado de productos farmacéuticos y un centro de investigación contra el
cáncer, así como otras industrias de producción basada en tecnologías limpias no
contaminantes, en el término municipal barreño, al lado de la A-381. Y, sin
embargo, ahora estiman como genial la idea de colocar junto a la playa de
Palmones una gasolinera gigante. Pese a que de instalaciones de este tipo –cuya
presencia entraña riesgo y ofrece una rentabilidad sociolaboral más que dudosa–
andamos ya sobrados en la bahía.
Lo que
no dicen el hoy alcalde de Los Barrios y su partido es que la implantación del
complejo de VITTI, VITTA, o cómo puñetas se llame, es posible gracias al actual
PGOM, vigente desde 2008. El mismo PGOM, por cierto, a cuya aprobación se
opusieron los andalucistas recurriendo a todas las triquiñuelas habidas y por haber
que tuvieron a su alcance. Como la de presentar más de trescientas alegaciones,
en su mayoría repetidas, a través de militantes, simpatizantes, allegados y
familiares suyos, prácticamente el último día y en el último minuto, para
retrasar y entorpecer el proceso de su entrada en vigor, por ejemplo.
Puede
que haya quien no lo tenga claro, y es más que comprensible, pero un servidor
sí. La iniciativa de los holandeses que tanto aplauden el señor Romero y sus
compañeros de filas no me hace ni pizca de gracia.
A mí la
única Vitti que me mola es (la) Mónica y la única Vita, la dolce, de Fellini…
La Verdad del Campo de Gibraltar, 10 de marzo de 2014
viernes, 7 de marzo de 2014
jueves, 6 de marzo de 2014
lunes, 3 de marzo de 2014
¡Viva el estado-empresa!
No me gusta la reforma de la administración local
implementada por el gobierno del PP. No me gusta en absoluto. Y no estoy
obedeciendo al decir esto directriz de nadie, aunque pueda haber quien así lo
crea. No digo que no incluya alguna que otra medida razonable, acertada y necesaria
en los tiempos que corren. ¡Faltaría más! Pero me parece que no va a ser buena
para los municipios porque va a cercenar notablemente el protagonismo que, con
sus luces y sus sombras, éstos han tenido en la mejora de la vida de los
ciudadanos desde que se reinstauró en este país el régimen democrático y se
optó por la descentralización administrativa.
Resulta evidente que se trata de una decidida
apuesta del ejecutivo de Rajoy por la privatización de los servicios públicos.
Esto es, por convertirlos en una oportunidad de negocio. Y por situar los
valores puramente empresariales y económicos por encima de otros valores en la
gestión de las administraciones públicas, como si lo único que importara fueran
los números y no las personas.
Con la excusa del derroche en materia de gasto
político en nuestros ayuntamientos, que es verdad que lo ha habido en los años
de bonanza, como lo ha habido en las comunidades autónomas, independientemente
de quienes las han gobernado, el gobierno del Partido Popular se ha propuesto
sacar a subasta los servicios básicos, que hasta la fecha venían prestándose
desde el ámbito de lo público, para que los explote la iniciativa privada. Dando
por hecho que la privatización supone ahorro en costes y una mejora en la
calidad de los mismos. Lo cual es cuando menos discutible. Y no porque lo diga
un servidor, sino porque así lo apuntan también numerosos estudios llevados a
cabo, informes como los del Tribunal de Cuentas –cuyos magistrados no creo sean
sospechosos de ser prosoviéticos ni nada
que se le asemeje– y, sobre todo, la experiencia con la que contamos en España,
donde las excepciones no hacen sino confirmar la regla.
Sin embargo, llama la atención que sea precisamente
en la limitación del gasto político dentro de nuestras administraciones locales
en lo que menos incide la denominada Ley de Racionalización y Sostenibilidad de
la Administración Local que entró en vigor el pasado 31 de diciembre de 2013.
Hasta tal punto que, en lugar de reducir, amplía los topes de las
remuneraciones para quienes ocupen cargos y la cantidad de empleados que se
pueden contratar en calidad de personal de confianza. Cosa que, no sé a ustedes,
pero a mí me parece todo un dislate.
El otro caballo de batalla al que se pretende
hacer frente con la aprobación de esta ley se supone que es el excesivo número
de empleados que han soportado y soportan nuestras administraciones
periféricas. No más elevado, sino menos, todo hay que decirlo, que las
administraciones periféricas de la mayoría de países de nuestro entorno. Pero
que, es verdad, se ha convertido en un problema para el que, en cualquier caso,
no creo sean solución los despidos masivos e indiscriminados y el aumento de
las listas del paro, con tal de bajar un punto o dos el déficit. Sobre todo, si
se tiene en cuenta que el principal desequilibrio de nuestro sector público en
realidad no ha estado tanto en su facilidad para generar deuda como en su
inoperatividad para obtener más ingresos.
Nadie discute que no haya que racionalizar y
reajustar las estructuras de nuestras administraciones locales. Por supuesto
que sí. Pero lo que no podemos permitir es que tanto la racionalización como el
reajuste que se predican sea restar la capacidad de decisión y acción de los
ciudadanos a través de sus representantes legítimos, mermar la autonomía
municipal y supeditar la suerte de nuestros pueblos y ciudades a intereses de
particulares que no siempre coinciden con los intereses generales, sino más
bien todo lo contrario, por mucha película que nos cuenten.
Si nos ceñimos a esa lógica de que la gestión
privada es más eficiente que la pública, ¿por qué no privatizamos el
funcionamiento de toda la Administración al completo y nos dejamos de milongas?
Ya puestos, ¿para qué leches queremos instituciones
políticas, participación y democracia
cuando un buen plantel de gerentes y tecnócratas que se preocupen de los
indicadores de la economía y la balanza exterior es más que suficiente para
cuidar de la salud de nuestro estado-empresa?
La Verdad del Campo de Gibraltar, 3 de marzo de 2014
Publicado por
J. A. ORTEGA
Los Barrios
17:45
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Etiquetas:
gobierno del PP,
Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local,
Partido Popular,
reforma de la administración local
lunes, 24 de febrero de 2014
El que avisa no es de fiar...
Jorge
Romero se nos volvió a salir del tiesto. Al tipo hay que reconocerle que en
esto de la política sabe ofrecer juego y espectáculo. Detalle éste que, en mi opinión, no dice nada en su favor, sino
todo lo contrario.
El
pasado sábado el alcalde del PA convocaba una rueda de prensa para despacharse
a gusto y anunciar la ruptura del pacto de gobierno que su partido mantenía con
el PP en Mancomunidad. Noticia que no creo haya sorprendido a los populares, y
mucho menos a los de Los Barrios, que saben de sobras cómo las gasta su socio
andalucista, pero que, no obstante, ha debido dejar a más de uno con las patas colgando.
Entre ellos al presidente del PP barreño, David Gil, a quien parece ser que se
la ha colado, y bien colada, y al secretario general de esta misma formación,
José Carlos Lara, de un tiempo a esta parte desaparecido en combate.
Ambos,
tanto Gil como Lara, han sido, muy a su pesar, junto a su jefe de filas,
Antonio Sanz, principales valedores del señor Romero y, mira por donde, han
visto compensada su lealtad a éste, y su esfuerzo por sacarle las castañas del
fuego en la gestión del día a día en el Ayuntamiento, enterándose de la
deserción del grupo andalucista en Mancomunidad por la prensa.
Expone
el alcalde de Los Barrios diez razones por las que rompe el acuerdo y, como buen
populista que es, pone por delante de todas ellas el interés general de los
ciudadanos. Como si fueran él y sus amigotes los únicos en el mundo mundial que
se preocupan del bienestar de la gente, cosa que, como se comprenderá, no me
puedo creer –hace ya mucho que me caí del nido– y, por tanto, no me creo.
No sé
por qué, pero estoy plenamente convencido de que los verdaderos motivos por los
que ahora el PA decide dar esta espantada son de otra índole y mucho menos
altruistas.
Yo no
cuento con suficientes elementos de juicio para afirmar si el precio del agua
es excesivamente elevado o no. Probablemente lo sea. Lo que sí sé es que la
cuantía de lo que se paga a Arcgisa por el suministro no supera la media de lo
que se paga en el resto de España y está por debajo de lo que se paga en las
poblaciones del Campo de Gibraltar donde esta sociedad pública no opera. Así
que mucho me temo que, tras esa polémica alimentada por el señor Romero en
torno al coste del vital elemento, lo que en realidad se esconde es el
propósito suyo, hasta el momento frustrado, de privatizar el servicio, que es lo
que defendió siempre mientras estuvo en la oposición, si mal no recuerdo.
Tampoco
sé si lo que cobran de sueldo el director general de la referida empresa y
demás cargos directivos es mucho o poco. En cualquier caso, lo relevante no es
si se trata de mucho o poco, sino de si lo que cobran es merecido o no. Ahora
bien, de lo que sí estoy seguro es de que, ganen lo que ganen, el dinero
destinado a remunerarles está mucho mejor empleado que el destinado a
remunerar, por ejemplo, el trabajo de la señora Andrades como vicepresidenta de
la institución comarcal, si es que, aparte de ir a Fitur, realizó alguno desde
2011 hasta la fecha.
Lo único
cierto es que con el anuncio del pasado fin de semana el ilustrísimo alcalde de
Los Barrios nos ha brindado una nueva demostración de cómo se maneja con la
demagogia. Se aproximan comicios, de modo que necesita echar mano del discurso
electoralista y escenificar que reniega de un PP en horas bajas.
Sin
embargo, yo pienso que la ruptura del pacto no puede considerarse una felonía por
su parte. Sobre todo, si se tiene en cuenta que era de esperar y que ya hizo
más de un amago de romperlo desde que lo suscribiera hace algo más de dos años.
El que avisa no es traidor, aunque, eso sí, tampoco
es de fiar.
La Verdad del Campo de Gibraltar, 24 de febrero de 2014
lunes, 17 de febrero de 2014
¿Quién traiciona a quién?
Mira tú quienes
vinieron esta semana a criticar el uso de la tarjeta de crédito por parte de Gemma
Araujo. ¡Los señores del PP! Justo los que más tienen por donde callar en lo
que a un tema de este tipo se refiere. A tenor de lo que hicieron y dejaron
hacer durante los años que Juan Carlos Juárez y Alejandro Sánchez estuvieron al
frente del Ayuntamiento. Y es que, como a día de hoy todo el mundo sabe ya, sobre
austeridad, comedimiento y eficiencia en la gestión municipal, los populares
pocas lecciones pueden dar a nadie. Más bien todo lo contrario. Salvo honrosas
excepciones, entre las que, por supuesto, La Línea no se incluye.
Yo creo
que más de uno dentro de las filas del PP linense le ha echado mucho morro a la
cosa en este asunto. No sólo por reprochar a la señora Araujo un gasto con la
visa de alcaldía que nunca realizó, sino por el supuesto destino de dicho
gasto. El pago de la comida que la primera edil compartió con el ministro
principal del Peñón, acompañada de otros próceres del PSOE, para tratar de
solucionar el problema de las tensiones con Gibraltar, por entonces en pleno
auge, en lugar de arrojar más leña al fuego, como otros.
¿Se
puede considerar reprobable que la primera edil de La Línea, ejerciendo de
anfitriona en un encuentro destinado a buscar el acercamiento entre dos pueblos
que son vecinos, hubiera invitado a almorzar a Picardo? Yo entiendo
honestamente que no, aunque en opinión del PP sí.
No voy a
recurrir a esa frase ya manida de que en política no vale todo, porque parece
que nadie o casi nadie hace de ella caso, y los políticos precisamente aún
menos. Ni apelar a la exigencia de que en todo lo relacionado con lo público
hay que ser serios, responsables, coherentes y medianamente rigurosos, dado que
suena a utopía. Pero sí voy a recordar que, como mínimo, es importante, sino
por cuestión de ética, sí de estética, procurar no quedar con el culo al aire.
Yo
pienso que lo que el principal partido de la oposición en La Línea debía de
haber hecho en esta materia es arrimar el hombro y apoyar las gestiones del
gobierno local encaminadas a mejorar las relaciones con las autoridades
llanitas en bien de los ciudadanos de uno y otro lado de la Verja.
Claro
que pedir al PP linense que arrime el hombro es como pedirle peras al olmo. Lo
único que no hace falta pedirles a los populares de esta ciudad es sentido de
estado. Lo tienen, es verdad, aunque, eso sí, bastante adulterado, diría yo.
Porque la mayor parte de las veces que intentan hacer gala de él confunden la
idea de España con la particular concepción que de ésta tienen desde su partido,
y viceversa, como si ambas realidades fueran lo mismo. Y, por suerte, no lo
son.
Tanto es
así que, en el colmo de la desfachatez, cuando el almuerzo de marras se produjo
llegaron incluso a acusar de traición al Ejecutivo de Rajoy a la alcaldesa y a los dirigentes socialistas que la acompañaron.
Yo no sé
si lo que les parece realmente grave al señor Ferrá y compañía es el hecho de
que Araujo hubiera podido abonar la comida –algo que no ocurrió– o el motivo
por el que se celebró la misma. Aunque, bien sea por una u otra razón, bien sea
por ambas, lo que resulta evidente para quien esto escribe es que, en lo que a
Gibraltar respecta, y en lo que no también, al PP de La Línea, una vez más, se
le ve el plumero.
La pregunta, en realidad, es obligada: ¿quién
traiciona a quién?
La Verdad del Campo de Gibraltar, 17 de febrero de 2014
viernes, 14 de febrero de 2014
lunes, 10 de febrero de 2014
Cuando el río suena...
Si uno se interesa por el llamado caso Algesa, al hilo de todo lo
último que en torno al mismo ha acontecido, la pregunta se convierte en
ineludible. ¿Qué no contendría la grabación que en su día la ex gerente en
funciones de la citada empresa municipal puso a disposición de la fiscalía? Que
no contendría, digo, para que el asunto haya derivado hacia donde lo ha hecho,
sorprendiendo a propios y extraños.
No voy a ser yo quien saque de esta historia conclusión alguna. Y mucho
menos de manera precipitada. Entre otras razones porque a estas alturas de este
más que interesante thriller todavía no es posible. Digamos que nos hallamos en
el nudo de la trama y que hay que aguardar, eso sí con mucha atención, hacia
donde va apuntando el desenlace. No obstante, alguna que otra consideración sí
que se puede hacer con los datos de que se dispone en la mano. Aun a riesgo de
que dichas consideraciones resulten poco atinadas o, si lo quieren, erróneas.
Me da la espina de que éste de Algesa es otro de esos episodios
relacionados con la gestión de la cosa pública en el que bien se puede emplear
aquello del “piensa mal y acertarás”. Sea como fuere, la verdad es que resulta
difícil de entender que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Algeciras
haya de repente aceptado readmitir a dos ex directivos de dicha empresa que
previamente fueron por dos veces despedidos –en mayo de 2012 y en enero de
2013– como consecuencia de su presunta implicación en el robo de mercancía
decomisada. Y más difícil de entender que supuestamente lo haya hecho en
cumplimiento de unas sentencias del Juzgado de lo Social –recurribles y
recurridas, si no me equivoco– que no declararon dichos despidos como nulos,
sino como improcedentes, y que, por tanto, no obligaban a que fueran
readmitidos, sí o sí.
Flaco favor hace el equipo de gobierno del señor Landaluce a la causa
de la lucha contra la corrupción en la administración pública al permitir la
vuelta a la dirección de Algesa a dos individuos que fueron cesados de sus
cargos y puestos de patitas en la calle por ser considerados unos presuntos
delincuentes. Si es que realmente fueron despedidos por esa más que justificada
razón. Detalle éste que, cuando menos, también cabe plantearse, visto lo visto.
A pesar de que fueron pillados in fraganti y detenidos por el Servicio de
Vigilancia Aduanera mientras delinquían, según se publicó en su momento, allá
por abril de 2012.
Claro que lo que más sombras de duda proyecta sobre este apasionante
affaire son varios hechos concatenados que invitan a la sospecha y a toda clase
de elucubraciones sin necesidad de tener una imaginación como la de Tolkien.
Tanto es así que hay quien ve en la retirada de la denuncia por parte de la ex
gerente en funciones de Algesa, que llevó a cabo la comprometedora grabación,
en la conocida supuesta imputación del concejal Luis Ángel Fernández y en la
solicitud de archivo de la causa por parte del ministerio fiscal un pacto
solapado para tapar a alguno o a algunos del Partido Popular algecireño
determinadas vergüenzas.
Decía días atrás en rueda de prensa el secretario de Política
Institucional del PSOE de Algeciras, Fernando Silva, que algo huele a podrido
en todo esto. Es decir, que lo que hay o ha podido haber detrás de este
embrollo es un chanchullo de cojones. Yo ni lo creo ni lo dejo de creer. Aunque
es más que probable. Ya saben, cuando el río suena…
La Verdad del Campo de Gibraltar, 10 de febrero
de 2014
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