miércoles, 14 de agosto de 2013

El secreto de los alemanes

Seguro que más de uno se ha preguntado alguna vez cuál es o cuáles son las claves del éxito económico de los alemanes. Yo, al menos, sí que me lo he preguntado en más de una ocasión. Y sobre esto va precisamente el texto que sigue.
Aunque no se hagan falsas expectativas si se piensan que tras su lectura van a conocer de pe a pa el secreto de tal enigma. ¡Qué más quisiera! Si así fuera, no estaría yo escribiendo estas líneas ahora. Es probable que estuviera ya de asesor del Gobierno en el área de Economía o hasta de ministro del ramo.
Lo que sí voy es a apuntar alguna que otra consideración al respecto y aportar algún dato, por lo demás, ya conocido.
Es verdad que son numerosas y de muy diversa índole las razones que explican que Alemania sea la primera potencia económica de Europa. Y es verdad que muchas de esas razones de las que siempre se hablan rayan en el tópico. Tales como que es un pueblo puntual, laborioso, disciplinado, etcétera, etcétera. Méritos éstos que no va a ser un servidor quien se los reste o se los discuta.
Sin embargo, tampoco es cuestión de ahondar mucho y ser algo así como un sociólogo experimentado, para poner el punto de mira en ciertos y sencillos aspectos que arrojan luz sobre el éxito económico alemán sin que tengamos que remontarnos a los tiempos del Sacro Imperio Romano Germánico, ni muchísimo menos, o llevar a cabo un estudio científico y concienzudo. La cosa es simple, me parece. Se trata de ponerle pragmatismo, imaginación y osadía –para cambiar fórmulas que no funcionan por otras que sí– a la actividad en el mundo de la empresa. Sin  necesidad, por supuesto, de que todo el mundo se convierta en un Einstein de los negocios.
Es posible que, llegados a este punto, todavía haya quien se diga: “¿Y por qué Alemania?”. Aunque la pregunta –a poco que uno se preocupe de enterarse de lo que pasa en el mundo en el que vive– tiene fácil respuesta.
No está de más que fijemos nuestra atención en este país en un momento en el que miramos con recelo hacia nuestro gran socio europeo. El gobierno de Merkel sí puede que tenga algo o mucho que ver en parte de los inconvenientes para superar las dificultades económicas a las que nos enfrentamos. Pero los alemanes, como tales, no. Todo lo contrario, creo yo. De manera que bien haríamos en tomar nota de lo que éstos hacen y dejan de hacer. Especialmente en lo que se refiere a la gestión empresarial y el manejo de los recursos humanos, minijobs y cosas por el estilo aparte.
Por ejemplo, en cuanto a la importancia que dentro de la organización se da al trabajo en equipo, a la motivación personal y profesional y, sobre todo, al trato entre y hacia los trabajadores, a los que se les hace sentirse responsables, útiles y partícipes.  Detalle éste, aparentemente insignificante, que explica, en buena medida, los altos índices de productividad que allá se registran y el elevado grado de compromiso que en cada proyecto o emprendimiento une a empleadores y empleados.
Una tendencia en el ámbito de la organización empresarial  que poco a poco ha ido ganando terreno en la mayor parte de los estados más desarrollados de Occidente. Al menos entre aquellas empresas que han querido romper con viejos esquemas de estructuras anticuadas, piramidales y excesivamente burocratizadas para explorar caminos nuevos.
En el pasado Alemania nos sirvió de modelo para construir nuestro estado democrático y de derecho y en este presente en el que nos encontramos, si hacemos parte de lo que los alemanes hacen, quizá pueda servirnos para retomar la senda de la prosperidad. Está claro que de eso algo más que nosotros saben.


26 de julio de 2013

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