miércoles, 18 de diciembre de 2013

Piensa mal y acertarás

No sé si a ustedes les pasa, pero a un servidor hay mucho de lo que está sucediendo últimamente en este país que le huele a podrido. Lo que está ocurriendo con la Agencia Tributaria, sin ir más lejos. ¿No les parece acaso sospechoso que en dos años haya habido dentro de este organismo tanto exceso de dimisiones y ceses? Precisamente durante el período en el que se ha llevado a cabo una amnistía fiscal, con premio añadido para los defraudadores, como nunca antes se había visto, y de la que, mira por dónde, se beneficia entre otros el ilustre Sr. Bárcenas. Y coincidiendo con la etapa de nuestra historia reciente en la que por primera vez las cuentas de la Corona se ponen en entredicho como no se habían puesto nunca hasta la fecha. Junto a un cúmulo de coincidencias más, no menos  extrañas, entre las que el expediente CEMEX podría considerarse mera anécdota. Ya me dirán... ¡Cómo para no mosquearse!
Aunque para inquietante lo ocurrido con ciertos cambios en la dirección de las fuerzas y cuerpos de seguridad, tras la llegada de Rajoy a la presidencia, y muy especialmente dentro de las unidades que se ocupan de la lucha contra la corrupción. Una labor ésta que desde hace años ha venido siendo encomiable y gracias a la cual se han puesto al descubierto infinidad de tramas delictivas en las que han estado implicados políticos de todos los colores. Dichos cambios no fueron noticia que llegara a copar portadas, en efecto, pero mucho me temo que cuando menos alguno, o más de uno, fue debido a lo que fue debido. Y no creo que haga falta ser más explícito.
Lo de la Gurtel, por ejemplo, ha hecho y sigue haciendo mucho daño al PP. Tanto que estoy convencido de que, si el affaire no se hubiera destapado, otro gallo habría cantado en lo que se refiere a los mencionados relevos en determinados puestos de mando de la Policía. Yendo más lejos, estoy por suponer que incluso el tema de los Ere’s no habría llegado hasta donde ha llegado. Lo que no ha pasado,  por suerte para la ya penosa salud de nuestra res pública, y me alegro.
Eso es lo bueno que tiene en democracia la dinámica de los poderes y los contrapoderes. Está bien que el sistema funcione, más mal que bien, pero funcione. Aunque sólo sea por intereses. Los intereses en conflicto de los grupos dominantes, por supuesto, que son los únicos que cuentan.
Yo estoy convencido de que desde que el extesorero popular está en la cárcel desde Moncloa se tiene que estar removiendo cielo y tierra para eludir la hecatombe. Tanto o más que para impedir el referéndum de los catalanes, por lo grave del asunto. Sería un ingenuo si creyera lo contrario. Es más, no sé por qué, pero al reflexionar sobre todo esto no puedo evitar imaginarme escenas que me recuerdan a las de películas como El Padrino. Aunque, está claro, cuestión distinta es que quienes se ocupen de remover –remover cielo y tierra– consigan su propósito.
¿Qué quieren que les diga? Yo al juez Ruz lo veo algo endeble. A pesar de que el hombre está cumpliendo. Y soy de los que opinan que, si la causa de Bárcenas y compañía la llevase una Alaya, o algún otro magistrado que yo me sé, más de uno del partido que sostiene al actual Ejecutivo estaría temblando, si es que no lo está aún, o planteándose quitarse de enmedio cagando leches.
No obstante, y así las cosas, la verdad es que yo no sé si resulta más tranquilizador para los ciudadanos que PP y PSOE se hayan puesto de acuerdo en un frente como el que se refiere al gobierno de la judicatura.

Por mucho que uno se resista, hay veces que no queda otra que ponerse en lo peor para dar en el clavo y ésta quizá sea una de ellas. ¿O no? En cualquier caso, ya lo dice el refrán, piensa mal y acertarás. Y eso, como habrán podido comprobar, es lo que ando haciendo.

Viva Campo de Gibraltar, 13 de diciembre de 2013

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