No había
ni hay en el Campo de Gibraltar otro cargo público que haya hecho más méritos
para hacerse acreedor del Premio Atila de la Asociación de Ecologistas Agadén
que el actual alcalde de Los Barrios. Le viene el título como anillo al dedo. Y
no me duelen prendas reconocerlo. Para que no se diga que soy injusto negando
lo evidente, en lo que respecta a las virtudes de don Jorge Romero, por
hallarme en la situación personal en la que me hallo y estar entre uno de sus
muchos agraviados. Al César lo que es del César.
Probablemente
ningún alcalde en quinientos o mil kilómetros a la redonda ha causado mayor
impacto ambiental negativo a su alrededor que el señor Romero en los últimos
dos años y medio. Y, cuando digo impacto ambiental negativo, no me refiero a
los perjuicios que a través de su gestión, o por la ausencia de ésta, haya
podido ocasionar en los índices de polución del municipio y su entorno, sino al
daño moral que ha ido generando y a cómo este daño se ha ido extendiendo en lo
que lleva de mandato. Como me refiero igualmente a la huella que, tras de sí,
su incompetencia manifiesta ha dejado y continúa dejando.
No hay
que olvidar que entró en el Ayuntamiento, a los dos días de tomar posesión,
cual elefante en una cacharrería y dicha entrada triunfal ya fue todo un
augurio de lo que en las siguientes semanas habría de venir. Desde entonces,
sus hazañas son tantas que no es posible enumerarlas todas en el espacio de
este artículo. Nos dejó sin la radiotelevisión local; por poco no se carga la
banda de música; arrasó con la nave del recinto ferial; a punto estuvo de mandar
derribar la plaza de toros; es incapaz de detener el deterioro progresivo de
una buena parte de las instalaciones municipales y tiene las calles del pueblo
hechas un asco.
Lo
llamativo del asunto, no obstante, es que el afortunado no se da ni por
aludido. Ya ven, con la modestia que le distingue pone en duda ser digno del
susodicho galardón. Así de humilde, tímido y comedido que es el hombre.
Considera toda una crueldad, y no anda falto de razón, que los ecologistas le
señalen con el dedo a pesar de todo lo que hizo en su día por salvar los arbolitos
de la finca La Gertrudis. La misma finca en la que los malditos socialistas
pretendieron construir un polígono de industrias altamente contaminantes y a
poco estuvieron de conseguirlo, si él y su partido no se mueven para impedirlo.
Y dice no entender la oposición de Agadén a la implantación de la planta de
almacenamiento de combustible de la empresa VITA en Palmones cuando existen
otras plantas similares en los municipios de Algeciras y San Roque, ignorando precisamente,
u obviándolo, que en su propia pregunta está la respuesta, con esa ingenuidad y
candidez de la que hace gala a menudo.
Tampoco
entiende el señor Romero que se le responsabilice de la situación del complejo medioambiental
Sur de Europa. Y no oculta la sorpresa que le produce que los ecologistas le
coloquen semejante marrón. Porque es absolutamente verdad que en cuanto a este
tema él lo único que ha he hecho es dejar de cobrar la tasa por la retirada,
trasporte y tratamiento de inertes y regalar el vertedero. ¡Hay que ver lo
malintencionada que es la gente!
Ni los
de Agadén, ni los partidos políticos de la oposición, ni las asociaciones,
entidades y colectivos, ni los vecinos se han enterado aún que desde junio de
2011 quienes gobiernan en Los Barrios no son absolutamente responsables de nada.
De nada de todo lo malo que pase, por supuesto. La responsabilidad es de la
Junta de Andalucía o de los que gobernaron antes. Miguel Domínguez, Alonso
Rojas, Ángeles Ariza y Juan Montedeoca. Incluidos los cortes de luz.
La Verdad del Campo de Gibraltar, 16 de diciembre de 2013
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