Mira tú quienes
vinieron esta semana a criticar el uso de la tarjeta de crédito por parte de Gemma
Araujo. ¡Los señores del PP! Justo los que más tienen por donde callar en lo
que a un tema de este tipo se refiere. A tenor de lo que hicieron y dejaron
hacer durante los años que Juan Carlos Juárez y Alejandro Sánchez estuvieron al
frente del Ayuntamiento. Y es que, como a día de hoy todo el mundo sabe ya, sobre
austeridad, comedimiento y eficiencia en la gestión municipal, los populares
pocas lecciones pueden dar a nadie. Más bien todo lo contrario. Salvo honrosas
excepciones, entre las que, por supuesto, La Línea no se incluye.
Yo creo
que más de uno dentro de las filas del PP linense le ha echado mucho morro a la
cosa en este asunto. No sólo por reprochar a la señora Araujo un gasto con la
visa de alcaldía que nunca realizó, sino por el supuesto destino de dicho
gasto. El pago de la comida que la primera edil compartió con el ministro
principal del Peñón, acompañada de otros próceres del PSOE, para tratar de
solucionar el problema de las tensiones con Gibraltar, por entonces en pleno
auge, en lugar de arrojar más leña al fuego, como otros.
¿Se
puede considerar reprobable que la primera edil de La Línea, ejerciendo de
anfitriona en un encuentro destinado a buscar el acercamiento entre dos pueblos
que son vecinos, hubiera invitado a almorzar a Picardo? Yo entiendo
honestamente que no, aunque en opinión del PP sí.
No voy a
recurrir a esa frase ya manida de que en política no vale todo, porque parece
que nadie o casi nadie hace de ella caso, y los políticos precisamente aún
menos. Ni apelar a la exigencia de que en todo lo relacionado con lo público
hay que ser serios, responsables, coherentes y medianamente rigurosos, dado que
suena a utopía. Pero sí voy a recordar que, como mínimo, es importante, sino
por cuestión de ética, sí de estética, procurar no quedar con el culo al aire.
Yo
pienso que lo que el principal partido de la oposición en La Línea debía de
haber hecho en esta materia es arrimar el hombro y apoyar las gestiones del
gobierno local encaminadas a mejorar las relaciones con las autoridades
llanitas en bien de los ciudadanos de uno y otro lado de la Verja.
Claro
que pedir al PP linense que arrime el hombro es como pedirle peras al olmo. Lo
único que no hace falta pedirles a los populares de esta ciudad es sentido de
estado. Lo tienen, es verdad, aunque, eso sí, bastante adulterado, diría yo.
Porque la mayor parte de las veces que intentan hacer gala de él confunden la
idea de España con la particular concepción que de ésta tienen desde su partido,
y viceversa, como si ambas realidades fueran lo mismo. Y, por suerte, no lo
son.
Tanto es
así que, en el colmo de la desfachatez, cuando el almuerzo de marras se produjo
llegaron incluso a acusar de traición al Ejecutivo de Rajoy a la alcaldesa y a los dirigentes socialistas que la acompañaron.
Yo no sé
si lo que les parece realmente grave al señor Ferrá y compañía es el hecho de
que Araujo hubiera podido abonar la comida –algo que no ocurrió– o el motivo
por el que se celebró la misma. Aunque, bien sea por una u otra razón, bien sea
por ambas, lo que resulta evidente para quien esto escribe es que, en lo que a
Gibraltar respecta, y en lo que no también, al PP de La Línea, una vez más, se
le ve el plumero.
La pregunta, en realidad, es obligada: ¿quién
traiciona a quién?
La Verdad del Campo de Gibraltar, 17 de febrero de 2014
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